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Título Original: MISSION IMPOSSIBLE: GHOST PROTOCOL Dirección: Brad Bird Intérpretes: Tom Cruise, Jeremy Renner , Paula Patton, Simon Pegg, Josh Holloway, Michael Nyqvist, Léa Seydoux y Vladimir Mashkov Nacionalidad: EE.UU. 2011 Duración: 133 minutos ESTRENO: Diciembre 2011
Hasta en los trabajos más alimenticios un cineasta, cuando realmente lo es, deja su impronta. Habrá quien crea que lo más sensato ante una nueva entrega de Misión imposible , la última morada en la que se refugia un actor errante llamado Tom Cruise, sería pasar por alto su existencia y abandonar toda tentación de analizar su contenido. Pero de hacerlo así, nos perderíamos un interesante ejercicio comparativo y una divertida película. Es sabido que la semilla germinal de Misión imposible se localiza en una (buena) serie de televisión del final de los sesenta. Lo curioso es que su protagonismo era coral, mientras que su adaptación para la exhibición cinematográfica comenzó y todavía está al servicio de mantener en pie el prestigio de un solo actor.
Al mismo tiempo, en su traslación al mundo del celuloide, Misión imposible se ha beneficiado del hacer de directores de la primera división internacional. Tanto Brian de Palma, como John Woo, JJ Abrahans y ahora Brad Bird son n/hombres ilustres. Empezó este proceso Brian de Palma, un coetáneo de Scorsese y Ferrara que emulaba en su origen a Hitchcock y que presenta una excelente e irregular carrera. Siguió Woo, uno de los renovadores del cine de acción oriental cuyo vibrante pulso lo puso al servicio de ese más difícil todavía. Con JJ Abrahans la eficacia de la mejor televisión actual estaba asegurada. En los tres casos, había un denominador común: una querencia por el artificio, por el manierismo, por la hipérbole y por la puesta en escena. Los tres cineastas aman la aventura hecha coreografía.
De manera que encomendar a Brad Bird, un talentoso y distinguido creador de animación con dos joyas en su trayectoria, Los increíbles y Ratatouille, no era ningún disparate ni ninguna frivolidad insensata. Dado que todo en Misión imposible descansa en lo extraordinario, Bird se desmarca del suspense aplicado por De Palma, de la ritualización escogida por Woo y del vibrante ritmo in crescendo de Abrahans para incorporar dos elementos hasta ahora ajenos a la serie. Uno ha consistido en recuperar la idea originaria de la existencia del equipo, ese todos para uno que en el filme de De Palma hubo que dejar de lado para que Cruise captase toda la presencia.
En Misión imposible 4, Cruise está más y mejor acompañado que nunca y aunque él ejerza ese papel reconstruido de esa fusión ya tantas veces destacada de anudar al joven Bourne con el veterano Bond, en el filme del autor de Los increíbles, el protagonismo del grupo impone una variedad que redimensiona el espectáculo. El otro factor de renovación presentaba un enorme peligro que Bird ha logrado sortear con astuta habilidad: el humor. A partir del minuto diez, cuando se ha presenciado una confusa y alambicada operación de rescate, cuando la sensación del hacer circense con un operativo propio del 007 pasado por la batidora del profesor Bacterio, se evidencia que esta cuarta entrega se mueve en trapecios de ironía y autohomenaje. Un tono que se sabe a broma, aunque se tome en serio todos y cada uno de los pequeños detalles de ese gran constructo nacido para divertir. Y eso es lo que consigue MI4, divertir a ratos, con algunas pequeñas fases de desorientación pero con un ágil recorrido geográfico articulado en pequeños episodios, en secuencias autoconclusivas nutridas con sangre de folletín. Así, desde la distensión y la humorada, Cruise consigue lo que MI siempre le da, crédito para seguir arriba, pese a que no haya modo alguno de que asuma un papel como el que desarrolló en Magnolia. Cuando menos, esta película significa un poco de cuerda para Cruise y un buen entretenimiento para la toda la familia.