Romanticismo trasnochado
Título Original: MEDIANERAS Dirección y guión: GustavoTaretto Intérpretes: Pilar López de Ayala, Javier Drolas, Inés Efrén, Carla Peterson, Adrián Navarro, Rafael Ferro y Miguel Dedovich Nacionalidad: Argentina, Alemania y España. 2011 Duración: 95 minutos ESTRENO: Noviembre 2011
Con alguna pequeña coincidencia argumental y no pocos procesos narrativos análogos con El hombre de al lado de Mariano Cohn y Gastón Duprat; Medianeras ejemplifica lo fácil que es echar por la borda unas buenas intenciones cuando se administran mal los tonos, las pausas y las fuentes de las que se está bebiendo. En breves líneas, Medianeras se suma a la corriente, difícil, resbaladiza y muy quebradiza, de la comedia romántica inteligente. Lo normal es navegar por las aguas del romance armado de estulticia, mucha piel y bastante mal gusto. Pero cuando se osa seguir sendas al alcance de pocos cineastas tipo Richard Linklater, se puede incurrir en experimentos tan deprimentes como esta historia de amores del siglo XXI.
La eterna cuestión del chico y la chica ocupa el argumento. En este caso se nos coloca ante dos amantes heridos. Comparten soledad, dolor y casi hasta las paredes del edificio de apartamentos. Se cruzan todos los días, les separan unos segundos, unas puertas que se abren o cierran a destiempo, un pequeño traspiés, un ligero ir más deprisa o más despacio por lo que el encuentro no se produce de manera que esa espera al flechazo es lo que culmina su argumento. Nada original por ese lado.
La pretensión de singularidad surge del pulso del director, un cineasta que hasta ahora había destacado como un cortometrajista de cierto interés. De hecho, para debutar en el mundo del largometraje, Taretto se ha servido de uno de sus cortometrajes anteriores titulado de igual modo. En aquellos 28 minutos del Medianeras de 2004, ya se contaban las penalidades de Mariana y Martín, dos jóvenes sin suerte que, sin saberlo, estaban hechos el uno para el otro. Convencido de que se jugaba mucho en su debú como largometrajista, el cineasta argentino recarga el guión con una suerte de reflexiones literarias solemnes y redichas. Lo que obliga a decir a sus actores en algunos momentos, acaba con ellos. Cierto es que Javier Drolas no posee mucha capacidad para salir indemne de esta exigencia pero es que Pilar López de Ayala, una actriz de versatilidad y rigor indiscutibles, aquí termina por rendirse a la evidencia: hay diálogos y soliloquios que nunca habría que interpretarlos.
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