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Tragedia arriba; abajo, comedia

Título Original: THOR Dirección: Kenneth Branagh Intérpretes: Chris Hemsworth, Anthony Hopkins, Natalie Portman, Kat Dennings, Idris Elb, Stellan Skarsgård, Ray Stevenson, Tom Hiddleston y Colm Feor Nacionalidad: EE.UU. 2011 Duración: 121 minutos ESTRENO: Abril 2011

Sobre este Thor cinematográfico han caído truenos y centellas. El más “divino” de todos los operarios de la Marvel, el hijo de Odín, entrañaba muchas dificultades “ambientales” para hacer creíble su traslado desde el mundo de las viñetas al universo del plano secuencia. La presencia de Kenneth Branagh, un director de escena abducido por Shakespeare y autor de un puñado de películas muy dispares, añadía más incertidumbre a la operación. Tampoco los numerosos cambios en la alineación del reparto, el secretismo seguido durante el rodaje sobre el argumento -nadie sabía muy bien qué se iba a contar-, y la desconfianza de tener como Thor a Chris Hemsworth, infundían motivos para esperar grandes cosas.
A los pocos minutos de comenzada la película, cuando Thor es atropellado por el personaje de Natalie Portman, se sabe con absoluta certeza que nos aguarda un filme de aventuras y humor; una desenfadada incursión en el atormentado reino del héroe del martillo que se beneficia de dos cualidades impagables. Las dos se deben a Branagh.
El director de Henry V, ha evitado repetir el tono solemne y revelador con el que se enfrentó a Frankenstein, infravalorada incursión en el universo de Mary Shelley, pero no ha renunciado al poder de la palabra. Hay diálogos con ecos de tragedia pero cosidos sobre un pentagrama de comedia. Así Branagh, lejos de repudiar su origen, lo reivindica. Su mirada a Thor no es la de un fan del tebeo. Él no es un freakie tipo Sam Raimi capaz de (re)citar todos los enemigos a los que Thor ha destruido a lo largo de su existencia. Al contrario. Armado con el espíritu de Shakespeare y el recuerdo del cine que veía en su infancia, Branagh hace de Thor un cruce entre la estructura corporal de Terminator y la rudeza salvaje del Tarzán de Weismuller.
Esa mezcla de primitiva fisicidad en la tierra y de enfática grandiosidad en el reino de Odín funden en Thor a Orson Welles con Joe Dante.
Algo que desde la ortodoxia más recalcitrante, también en el cómic hay talibanes, hace de este Thor carne de herejía. Desde la curiosidad de un espectador distante, Thor es un filme ameno, simpático y menos superficial de lo que aparenta.

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