Parábola de los dos hermanos

Título Original: THE FIGHTER Dirección: David O. Russell Guion: Scott Silver, Paul Tamasy y Eric Johnson; basado en un argumento de Keith Dorrington, Paul Tamasy y Eric Johnson Intérpretes: Mark Wahlberg, Christian Bale, Amy Adams, Melissa Leo y Jack McGee Nacionalidad: USA. 2010 Duración: 115 minutos ESTRENO: Febrero 2011

Antes de que David O. Russell (Tres reyes) llegase a la dirección de The Fighter, este proyecto fue de mano en mano como moneda barata con la sensación de que su precio se devaluaba por momentos. Era un temor legítimo. Había un motor real, una historia verídica y un peaje que pagar que hace que, en los planos de despedida, Russell muestre a los verdaderos hermanos en los que se basa el filme. Un grave peligro del que gentes como Brad Pitt y Aronofski se salieron a tiempo. En The Fighter, filme que utiliza el boxeo como telón de fondo y las relaciones familiares en clave de melodrama como motor narrativo, se asiste a un combate entre dos naturalezas genéricas que Russell no consigue resolver.
En síntesis, The Fighter despega con los erráticos combates perdidos de un boxeador dirigido por su hermano mayor, ex-púgil retirado por su adicción al crack y sostenido por la quimera de haberse quedado en el umbral del triunfo. Hay resonancias trágicas en un clan familiar presidido por una madre posesiva a la que siguen con devoción siete hijas adultas, y en cuyo seno reina ese primogénito toxicómano y bravucón al que la madre adora.
Queda el hermano pequeño para partirse esa cara que él ya no pone en juego y, de fondo, eclipsado por ese matriarcado, la sombra de un padre ¿putativo?En la primera mitad de The Fighter, el verdadero combate no se disputa en el ring sino en la intimidad entre esos dos hermanos, en un juego de dependencias y servidumbres. Ese paso a dos da lugar a un juego interpretativo de altura. Para Mark Wahlberg, erigido en coproductor y principal valedor del filme, este era un proyecto muy querido. Su duelo con Christian Bale y la enfermiza y sin embargo afectiva relación entre los hermanos, guardaba oro en su interior. En esa primera mitad, Russell saca pecho y The Fighter se adentra en terreno minado por el veneno familiar, por unas relaciones jerárquicas viciadas desde el origen y por un pulso de equilibrios y armonías realmente complejo. Pero entre la tragedia y la épica, entre las sombras y el happy end, Russell, en la segunda parte, se dedica a lo obvio y condena al olvido lo que, sin esa deuda al modelo, podía haber sido inolvidable.
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