Schwarzenegger ¿dónde estás?

Título Original: PREDATORS Dirección: Nimród Antal Guión: Alex Litvak y Michael Finch; basado en los personajes creados por Jim Thomas y John Thomas Intérpretes: Adrien Brody, Laurence Fishburne, Alice Braga, Danny Trejo y Topher Grace Nacionalidad: EE.UU. 2010 Duración: 110 minutos ESTRENO: Septiembre 2010

Cada época ha imaginado sus propios monstruos y ha acunado a sus correspondientes fantasmas. Será tarea de la sociología cinematográfica determinar, por ejemplo, si el potencial de los monstruos de la Universal de los años 30 resulta más fértil y carismático que el de las criaturas letales surgidas en los años 80. En todo caso se recomienda prescindir de la nostalgia y analizar los nuevos miedos del siglo XXI sin prejuicios viejunos para poder establecer conclusiones válidas. De momento, la cuestión que suscita esta nueva incursión en el mundo de los Depredators, alienígenas cazadores que hacen a los humanos lo que estos a los animales, apunta hacia el inevitable proceso de decadencia que toda reiteración contrae con respecto a la obra originaria. Han pasado 23 años desde que Arnold Schwarzenegger se enfrentó por vez primera a un Depredador en el filme de John McTiermann. Han surgido nuevas entregas e incluso, como se hacía con el hombre lobo y el conde Drácula, hemos asistido a dos películas donde Aliens y Depredadores luchaban a muerte ante la mirada perpleja de los terrícolas. Y Arnold Cara de Piedra sigue siendo el que más emociona.
La operación que comanda Nimród Antal, un director norteamericano con sangre húngara y un prometedor debut con Kontroll, pertenece al trabajo de encargo. Robert Rodriguez es quien manda y su deseo, al parecer, era recrear una buena idea a la que los guionistas Litvak y Finch no han sabido dotarle de la energía precisa. De un lado, en su arranque, Predators acude a un pretexto argumental que se toma prestado de Perdidos. Luego, en su desarrollo hay un poco de todo, pero todo previsible. La relación de las victimas que lucharán por ser verdugos se presenta de manera arquetípica. No hay personajes sino roles. No hay evolución dramática sino sucesión de muertes. Una cuenta atrás que cualquier espectador intuye desde la primera media hora. Sin la coartada del humor, de la pasión o del exceso con el que, tantas veces, vueltas de tuerca a la galería de los monstruos clásicos ha dado lugar a grandes películas, sólo se salvan algunos planos de poderosa composición y abusiva belleza que hablan de un director desorientado ante un guión que nada guía.
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