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Mismos chistes, peor contados
Título Original: DEATH AT A FUNERAL Dirección: Neil LaBute Guión: Dean Craig; basado en su argumento para “Un funeral de muerte” (2007), dirigida por Frank Oz Intérpretes: Chris Rock, Danny Glover, Regina Hall, James Marsden, Tracy Morgan y Zoë Saldana Nacionalidad: EE.UU. 2010 Duración: 91 minutos ESTRENO: Junio 2010
Hace un par de años, en el festival de San Sebastián, en un pase especial, fuera de competición y casi fuera de catálogo, se estrenó el último filme de Frank Oz, Un funeral de muerte. Con discreción y sin focos, Oz se coló en uno de los palcos del Victoria Eugenia para disfrutar regocijado de las carcajadas de la prensa. Los cientos de periodistas allí presentes reían con ganas, sin disimulo. Aunque había algo de desintoxicación ante tanta tragedia acumulada en la sección oficial, era obvio que Un funeral de muerte con su sentido del ritmo, con sus gotas de humor negro y con algún pellizco descortés, era una engrasada pieza de orfebrería de un cineasta del humor que lleva inscrita la comedia en la sangre. Luego, en su estreno, sin estridencias ni elogios -hacer reir cotiza menos que hacer llorar-, aquel filme amable y correcto se convirtió en una cita de la que nadie salió infeliz.
Con su recuerdo todavía vigente, Neil LaBute, un cineasta que amaneció con colmillos de acero, En compañía de hombres, y que ahora agoniza convertido en un mercenario desbrujulado, firma este remake injustificado en el que casi nada cambia, pero en el que todo parece falso. Algunas crónicas norteamericanas secundadas por otras del resto del mundo, no han dudado en certificar que el cadáver que aquí se entierra pertenece al del propio Neil LaBute empeñado en (re)contar los chistes que sin aparente esfuerzo bordó Frank Oz, autor de obras tan sugerentes como Bowfinger, In & Out, La tienda de los horrores y Cristal Oscuro. En ese duelo entre Oz, el británico afincado en California y LaBute, el cineasta de Detroit que gustaba diseccionar con ira y hiel la maldad cotidiana de los hombres corrientes, el segundo sale mal parado. Toda la renovación que aporta esta nueva versión consiste en americanizar lo que nació con un toque british. Todo cambia excepto la presencia del actor Peter Dinklage, nacido con acondroplasia y personaje vertebral que funde ambas versiones. Lo que en Oz era contención y distancia, en LaBute es gestualidad y redundancia. Lo que en la obra primigenia era sorpresa y requiebro, aquí deviene en colección de chistes gastados y gesticulaciones sin sentido. Permanece la partitura pero el humor es cosa de intangibles y debe mucho al hacer del cómico.