La sombra de Dreyer

Título Original: STELLET LICHT Dirección y guión: Carlos Reygadas Intérpretes: Cornelio Wall Fehr, Miriam Toews, María Pankratz, Peter Wall, Elisabeth Fehr y Jacobo Klassen Nacionalidad: México, Francia y Holanda. 2007 Duración: 142 minutos ESTRENO: Abril 08


En los últimos tiempos, además de Reygadas, ha habido otros dos autores que se han enfrentado a Dreyer. El que tuvo éxito fue Lars von Trier, el enfant terrible del cine danés cuya existencia ha girado en torno a dos demonios interiores. Uno habita en El séptimo sello; el otro es el dueño de La palabra; o sea Ingmar Bergman y Carl Th. Dreyer. Con la mirada puesta en éste último, von Trier alumbró Rompiendo las olas. También pensaba en el autor de Dies Irae Álvaro del Amo cuando hizo El ciclo de Dreyer. Ambas se estrenaron en la Seminci de Valladolid. La primera conmocionó; la segunda cosechó risas de incredulidad. Y es que hace falta valor para seguir las huellas de Dreyer; un autor ahora consagrado pero que en vida llevaba el fracaso pegado en la piel.
Reygadas, autor controvertido por Batalla en el cielo, está, por suerte para él y para el espectador, mucho más cerca del hacer de Trier que del deshacer de del Amo. Y es que a del Amo, como explicita su título, no le bastó con referirse a un filme de Dreyer; se indigestaba con toda su obra.
Dreyer, hombre de convicciones religiosas y obsesionado con hacer un filme sobre Jesucristo que nunca pudo filmar, en La palabra abonó el terreno para la incertidumbre. Su desenlace era un despertar hermoso y solemne, misterioso y oportuno que dejaba al espectador la libertad de leerlo en función de sus creencias. Lars von Trier, que formalizó la pasión y muerte de una mujer extasiada por el amor sexual hasta provocar su propia muerte -una versión crística desprovista del contexto y con una mujer como protagonista-, tropezaba en un plano final de campanas celestiales propio de un converso o de un provocador. Pero dejaba al espectador sin libertad. Allí, en el cielo, las campanas tañían.
Reygadas encuentra a Dreyer en la frontera mexicana. Y coloca su milagro prodigioso no tanto en la resurrección de la carne como en el despertar de cada nuevo amanecer. Reygadas inscribe un texto ensimismado que no da sino que pide. Un filme exigente y osco en medio de un adulterio nada cristiano pero lleno de fisicidad y angustia. ¿Cineasta genial?¿Impostor enterado? Eso no lo resuelve este filme. Este filme es sólo luz y silencio bajo la sombra de La palabra de Dreyer.
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