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Amor teledirigido y vigilado

Título Original: GIGANTE Dirección y guión: Adrián Biniez Intérpretes: Horacio Camandule, Leonor Svarcas, Néstor Guzzini, Federico García, Fabiana Charlo y Ernesto Liotti Nacionalidad: Uruguay, Argentina. 2009 Duración: 90 minutos ESTRENO: octubre 2009

Bajo el aparente minimalismo de Gigante, anclado en el fondo de su relato, palpita un guión sofisticado. Un argumento capaz de fundir en el mismo nivel y sin problema de desajustes, una suerte de realismo hecho de observación de lo cotidiano con una lúcida reflexión sobre cómo vivimos esa percepción a través de la tecnología audiovisual. Armado de ese proceso dialéctico, Gigante desgrana la historia de un romance o, más exactamente, el preámbulo de un encuentro, un largo camino ritualizado en torno a una obsesión, la que lleva a su protagonista masculino a seguir a hurtadillas a la mujer de la que se acaba enamorando sin que ella sea consciente de que es observada, al menos en sus primeros momentos.
Con esta ¿comedia? romántica de suaves gestos y hondos sentimientos, Adrian Biniez, un cineasta argentino que se incorpora al plantel de excelentes cineastas que en los últimos años surgen del país de Borges, forja una controlada y equilibrada obra de una solidez considerable. Una ópera prima de insólita madurez que llega tras atrapar a los jurados de los festivales de Berlín y San Sebastián. ¿El secreto? descansa en que a lo largo de sus 90 minutos, Biniez no cede a ninguna tentación que no sea la de construir, como un ingeniero consumado, un puente aparentemente frágil y finalmente muy sólido. Con una planificación inteligente, Biniez lleva al espectador a sufrir en algún modo el mismo proceso que encarna su protagonista: quedar fascinado ante lo que a primera vista resulta irrelevante. De ese modo, ese ir y venir al comienzo sin brújula aparente, al final con una voluntad clara de construir un texto fílmico, se impone a golpe de un extraño y magnético sentimentalismo.
Biniez permite vislumbrar en Gigante los arrabales de la sociedad actual, mira con gratitud y complicidad a sus personajes y se alinea abiertamente con ese cine sugerente y limpio que una nueva hornada de jóvenes directores practica en Argentina.
Un cine capaz de encontrar lirismo y sensibilidad en personajes menores como ese solitario gigantón, amante de la música heavy, bonachón y taciturno. Gente de barrio, antihéroes capaces de afrontar algo tan arriesgado como acercarse a la persona que aman con el anhelo de ser correspondido.

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