Caída y resurrección del amante bipolar Título Original: TWO LOVERS Dirección: James Gray Guión: James Gray y Richard MenelloIntérpretes: Joaquin Phoenix, Gwyneth Paltrow , Vinessa Shaw, Isabella Rossellini, Elias Koteas y John Ortiz Nacionalidad: EE.UU . 2008 Duración: 110 minutos ESTRENO: Mayo 2010

Todo comienza con la figura de Leonard (Joaquim Phoenix) caminando de manera oblicua por un pontón neoyorquino de Brighton Beach. Lleva en la mano derecha una percha con algo envuelto en plástico. En él se lee “Amamos a nuestros clientes”. Y aunque no es posible discernir qué ropa se esconde bajo esa bolsa, quizá porque luego algo sabremos de su angustia, se diría que en la manera en como se arrastra, parece un vestido de cola que sugiere la ausencia la novia que lo abandonó. Leonard lo deja caer para de manera inmediata saltar al agua. Entonces, sin apenas comenzar, Two Lovers, nos muestra cómo su protagonista toca fondo de manera literal. Esto es, Leonard se hunde en el frío y oscuro fondo portuario. De modo que todo lo que viene a continuación responde a una idea epifánica: un renacer. En apenas unos segundos, James Gray nos ha mostrado cómo va a mover sus piezas.
Ubicado en esa generación que incluye gentes tan diversas como Wes Anderson, Paul Thomas Anderson y David Fincher, a Gray no le ha sonreído demasiado el éxito, aunque resulta incuestionable que sus tres obras anteriores, Cuestión de sangre, La otra cara del crimen y La noche es nuestra, lo apadrinan como un inteligente autor dotado de una extraordinaria coherencia. Precisamente Two Lovers establece un punto de inflexión, un cambio de registro con lo que sería una trilogía sobre el destino, la familia y la violencia bajo el paraguas del thriller. En Two Lovers, Gray, cansado de rodar persecuciones y más interesado por el estremecimiento interior, teje un filme sencillo en su apariencia, extraordinariamente sutil en su confección.
Nada, desde la iluminación a la música, está resuelto sin intención. Gray, un clásico para los posmodernos, un moderno raro para los amantes del mainstream, se empeña en deslizarse por el abismo de la ambivalencia. Inspirado en Noches blancas de Dostoievski y definitivamente muy alejado de la versión que del mismo relato hiciera Visconti en 1957, Gray aplica geometría y misterio a un filme intimista sacudido por una perturbadora sensualidad.
Desde su mismo título todo parece encaminarse hacia el lugar de la incertidumbre. ¿Quiénes son los dos amantes del título si vemos que el filme crece sobre una relación triangular y en su conflicto se proyectan sombras de otros amantes también decisivos? No hay respuesta. Lo único que parece ser evidente es que Leonard se descubre como un maníaco depresivo que convive con el suicidio en un régimen de normalidad. Extraña normalidad porque Gray se sirve de un tono de ensueño, una especie de suspensión de lo real que hace que, por ejemplo, cuando Leonard aparece en su casa empapado y tiritando tras la secuencia inicial, sus padres apenas se alarmen.
Ese proceder en el que las grandes decisiones parecen epidérmicas y los pequeños gestos preludian profundas turbulencias se alimenta de lo que al final da sentido a las Two Lovers: Gwyneth Paltrow (Michelle Rausch) y Vinessa Shaw (Sandra Cohen). Michelle, contemplada desde abajo, representa el aire; Sandra, por el contrario, está al lado, es la tierra. Sin embargo, Gray hace un regate al maniqueísmo para que relaciones, deseos y promesas no respondan a una interpretación unívoca. Probablemente el lado más débil de Two Lovers sea el que representa Leonard, un sujeto cuyo atractivo para/frente a ellas resulta inexplicado e inexplicable. Por el contrario, ellas se manifiestan como dos de los más lúcidos y demoledores retratos de la mujer construidos desde la idealización de esa mirada masculina siempre en deuda con la madre, siempre por desenmadrar.
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