
INMERSIÓN
Lo más desalentador de Inmersión se desprende de la caspa de su tono, de ese “como está contada” por más que lo que cuente esté más sobrecargado que un retablo churrigueresco de finales del XVII. Lo que cuenta es la adaptación de la novela de espías de J.M. Ledgard. El cómo, peca dos veces; por viejo y por resabiado. Es decir, por doblemente arrugado.