Sin el rigor exhaustivo de “Haxan”; sin la solemne grandeza de “Dies Irae”; sin la insolencia desvergonzada de “The Blair Witch Project”; sin la autenticidad desconcertante de “Cuando fuimos brujas”; sin el poderío para el engaño y la seducción de “La bruja” y sin, ni siquiera, la épica acartonada pero sinceramente atormentada de “Akelarre” en versión Pedro Olea, ¿qué aporta este “Akelarre 2020” de Pablo Agüero?