Hacia el minuto 18 se produce uno de esos incidentes que condiciona la existencia de quien lo vive. Se trata de un abrazo letal. Para entonces, el segundo largometraje de Kantemir Balagov ya ha presentado el contexto: Leningrado, 1945. En él se nos ilumina cómo la amenaza nazi se ha esfumado. Apenas es sombra de ausencia.