El busto presidencial

Título Original: LINCOLN Dirección: Steven Spielberg   Guión:  Tony Kushner, John Logan y Paul Webb inspirado en el libro de Doris Kearns Goodwin Intérpretes: Daniel Day-Lewis, Tommy Lee Jones, Sally Field, Joseph Gordon-Levitt  y  James Spader  Nacionalidad: EE.UU.. 2012   Duración:  150 minutos ESTRENO: Enero 2013


Spielberg inaugura su acercamiento mayestático al presidente Lincoln con su mejor arma: su innegable capacidad para convertir la violencia en espectáculo. Durante unos minutos, la pantalla se llena de hombres en guerra. Protagonizan acciones brutales, asesinan con las manos desnudas. Como perros rabiosos, los soldados de la Guerra de Secesión se desgarran, se muerden, se matan. Son salvajes en un mundo que está a punto de iniciar un salto sustancial, un paso decisivo en la historia de la humanidad: abolir la esclavitud.
Luego, paradójicamente, aunque los 150 minutos que dura la película de Spielberg giran obsesivamente en torno al tema de esa abolición, no hay ni un solo segundo en el que la cámara muestre a las verdaderas víctimas. No son ellos, los esclavos, el motivo sustancial del filme sino un dilema moral que Spielberg proyecta con una mirada en el presente y que se cifra en algo tan viejo como que dilucidar si un buen fin justifica malos medios. En ese sentido, Spielberg converge de manera plena con la Bigelow de La hora más oscura. Una recrea el tortuoso camino que llevó a la muerte de Bin Laden; Spielberg proyecta el maquiavélico proceder de Lincoln para obtener la mayoría parlamentaria que le permitiera abolir la esclavitud. En ambas crónicas se impone la evidencia de saberse llenas de maniqueísmo, patriotismo y violencia.
Sabido es que el héroe desafía la ley para que la justicia comparezca y sea efectiva. Ford dedicó toda su vida a contarnos historias con ese tema y El joven Lincoln da fe de ello en una de sus obras míticas. Spielberg no mira a la juventud del ¿mejor? presidente USA sino a su recta final. Esos últimos años de guerra y, en especial, la batalla parlamentaria, iluminan un retrato que se pretende íntimo y veraz pero que resulta esquemático y teatral. Este Lincoln de Spielberg se proyecta como la figura sedente de la estatua de Chester French en el Capitolio. Un monumento que nos remite al Moisés de Miguel Angel. Y es que, Spielberg lo imagina más cerca del arrebatamiento de un profeta que del pragmatismo de un presidente. El resultado se antoja en sus mejores momentos como un Delacroix artificial. En los peores, cae abrumado por la impostura. Y es que, está hecho de piedra, sin sangre en sus entrañas.
Please follow and like us:
Pin Share

Deja una respuesta