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Lo real hallado en los hielosTítulo Original: THE THING Dirección: Matthijs Van Heijningen Guion: Eric Heisserer; basado en el relato de John Campbell Jr. Intérpretes: Mary Elizabeth Winstead, Joel Edgerton, Eric Christian Olsen, Ulrich Thomsen y Trond Espen Seim Nacionalidad: EE.UU. 2011 Duración: 103 minutos ESTRENO: Octubre 2011
Agotada la fórmula de la secuela, esa prolongación ad nauseam de un historia de éxito, la segunda década del siglo XXI vive inmersa en la precuela. Es como si se hubiera instalado en los catecismos de la producción cinematográfica un afán enfermizo para explotar y desvelar qué pasó en el comienzo. Así, La cosa, versión 2011, viene a retomar el preámbulo no contado del clásico ochentero que dio a Carpenter el título de maestro de la ciencia ficción.
Basado en el relato de John W. Campbell, texto que a su vez en los años 50 sirvió a Howard Hawks para levantar el magnífico El enigma de otro mundo, el noruego Van Heijningen da la razón a quienes consideran que vivimos un proceso de decadencia y desmoronamiento. La cosa 2011, arranca con una traición. Van Heijningen en su afán por reconducir el relato de Carpenter, mira hacia otro lado, hacia los Alien de Scott y Cameron, para refundar con esa mezcla un texto que habla del miedo al otro. Un miedo medieval y atávico que aquí juega con los elementos primigenios. El hielo, el espacio en el que se conserva la amenaza que puede destruir el mundo, y el fuego, arma con la que se combate ese virus espacial emanado de las profundidades del corazón ártico. Los problemas para La cosa 2011 se perciben desde el mismísimo instante en el que comienza el filme.
La falta de carisma de los principales protagonistas, en especial de Mary Elizabeth Winstead, una mujer llamada a ocupar el lugar de Ripley y cuyo carisma resulta inexistente, hace presagiar lo peor. Acierta. A un reparto sin brillo, Van Heijningen le aplica una dirección sin sentido ni tensión. Lejos de sortear la presencia de la cosa, lo real, el objeto irremediablemente perdido del que hablaba Freud, y sostener de ese modo el suspense, Van Heijningen opta por el artificio.
Si en su arranque traiciona a Carpenter por Scott, en su desenlace opta por la vía gore del cine sanguinolento de los años 80, con guiño a Stuart Gordon. De ese modo, esta precuela dibuja un permanente descenso hacia la nada, hacia el susto barato y el exceso gratuito. Lejos, muy lejos de la precuela de El planeta de los simios, esta “Cosa” evidencia lo caro que puede resultar enfrentarse al peso de los clásicos.
Basado en el relato de John W. Campbell, texto que a su vez en los años 50 sirvió a Howard Hawks para levantar el magnífico El enigma de otro mundo, el noruego Van Heijningen da la razón a quienes consideran que vivimos un proceso de decadencia y desmoronamiento. La cosa 2011, arranca con una traición. Van Heijningen en su afán por reconducir el relato de Carpenter, mira hacia otro lado, hacia los Alien de Scott y Cameron, para refundar con esa mezcla un texto que habla del miedo al otro. Un miedo medieval y atávico que aquí juega con los elementos primigenios. El hielo, el espacio en el que se conserva la amenaza que puede destruir el mundo, y el fuego, arma con la que se combate ese virus espacial emanado de las profundidades del corazón ártico. Los problemas para La cosa 2011 se perciben desde el mismísimo instante en el que comienza el filme.
La falta de carisma de los principales protagonistas, en especial de Mary Elizabeth Winstead, una mujer llamada a ocupar el lugar de Ripley y cuyo carisma resulta inexistente, hace presagiar lo peor. Acierta. A un reparto sin brillo, Van Heijningen le aplica una dirección sin sentido ni tensión. Lejos de sortear la presencia de la cosa, lo real, el objeto irremediablemente perdido del que hablaba Freud, y sostener de ese modo el suspense, Van Heijningen opta por el artificio.
Si en su arranque traiciona a Carpenter por Scott, en su desenlace opta por la vía gore del cine sanguinolento de los años 80, con guiño a Stuart Gordon. De ese modo, esta precuela dibuja un permanente descenso hacia la nada, hacia el susto barato y el exceso gratuito. Lejos, muy lejos de la precuela de El planeta de los simios, esta “Cosa” evidencia lo caro que puede resultar enfrentarse al peso de los clásicos.