Nuestra puntuación
Un superhéroe con crianzaTítulo Original: THE FIRST AVENGER: CAPTAIN AMERICA Dirección: Joe Johnston Intérpretes: Chris Evans, Hugo Weaving, Tommy Lee Jones, Stanley Tucci, Richard Armitage, Hayley Atwell, Dominic Cooper, Toby Jones y Natalie Dormer Nacionalidad: EE.UU. 2011 Duración: 126 minutos ESTRENO: Agosto 2011
El primer vengador, el Capitán América, comenzó sacudiendo mamporros a una caricatura de Adolf Hitler en funciones benéficas para recaudar fondos para la guerra. Como es el primero, Joe Johnston, director de esta película, lo ha (re)dibujado con una (re)cargada estética camp años 40. Con un aire irresistiblemente kitsch, Johnston zarandea a este héroe que representa la capacidad de superación del ser humano. El Capitán América asume la lección moral de que un buen corazón derriba todas las barreras. Ése es el fundamento del sueño americano; el triunfo de la voluntad, el do it yourself al servicio de los ideales y de la justicia. Y lo curioso es que, como muchos textos fílmicos recientes, establece el núcleo del horror del tiempo presente en los oscuros pasillos del nazismo.
Como en el primer Hellboy de Guillermo del Toro, el filme de Johnston, escarba en ese pozo en el que la fría lógica de la razón cohabita con la magia y la superstición. Como con Thor, el mundo del Valhalla también aquí está detrás de la pesadilla. La casualidad ha querido que en ambos casos el maligno emane del furor de la guerra y a la luz de las leyendas nórdicas. Pero en el Capitán América, sus referencias a la mitología escandinava se limitan al poder que ansía Cráneo rojo, el archienemigo nazi del héroe vengador. La verdadera mitología a la que Joe Johnston rinde culto se llama Marvel y es a sus criaturas a quien debe obediencia.
De hecho, todo en el filme repica con campanadas tañidas por los mismos badajos. Desde la presencia del ¿padre? -percibo un problema con el calendario- de Iron Man como colaborador del Capitán América, hasta ese epílogo final que se pierde la mayor parte de los espectadores empeñada en salir del cine en cuanto surgen las primeras letras de los créditos, todo rezuma el sello de la franquicia. En ese escaparate tan mediatizado, le caben al Capitán América algunos aciertos: media docena de secuencias vibrantes, una estética vintage de cálidas resonancias y un Cráneo rojo inspirado en los villanos de los años 40, mezcla de la luz de Eisner con las sombras del primer Batman. Eso sostiene un filme al que Evans, tan aburridamente bondadoso y naif, no logra darle chispa alguna.
Como en el primer Hellboy de Guillermo del Toro, el filme de Johnston, escarba en ese pozo en el que la fría lógica de la razón cohabita con la magia y la superstición. Como con Thor, el mundo del Valhalla también aquí está detrás de la pesadilla. La casualidad ha querido que en ambos casos el maligno emane del furor de la guerra y a la luz de las leyendas nórdicas. Pero en el Capitán América, sus referencias a la mitología escandinava se limitan al poder que ansía Cráneo rojo, el archienemigo nazi del héroe vengador. La verdadera mitología a la que Joe Johnston rinde culto se llama Marvel y es a sus criaturas a quien debe obediencia.
De hecho, todo en el filme repica con campanadas tañidas por los mismos badajos. Desde la presencia del ¿padre? -percibo un problema con el calendario- de Iron Man como colaborador del Capitán América, hasta ese epílogo final que se pierde la mayor parte de los espectadores empeñada en salir del cine en cuanto surgen las primeras letras de los créditos, todo rezuma el sello de la franquicia. En ese escaparate tan mediatizado, le caben al Capitán América algunos aciertos: media docena de secuencias vibrantes, una estética vintage de cálidas resonancias y un Cráneo rojo inspirado en los villanos de los años 40, mezcla de la luz de Eisner con las sombras del primer Batman. Eso sostiene un filme al que Evans, tan aburridamente bondadoso y naif, no logra darle chispa alguna.