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Las chicas son guerrerasTítulo Original: SUCKER PUNCH Dirección: Zack Snyder Guión: Steve Shibuya y Zack Snyder Intérpretes: Jamie Chung, Emily Browning, Abbie Cornish, Jena Malone, Vanessa Hudgens, Scott Glenn, Vicky Lambert y Carla Gugino Nacionalidad: EE.UU. Canadá. 2011 Duración: 109 minutos ESTRENO: Abril 2011
Si echamos una mirada atrás, hacia el pasado de Zack Snyder, hallaremos tres martillazos visuales: El amanecer de los muertos (2004), 300 (2007) y Watchmen (2009). Y si miramos hacia el futuro, es el nuevo Superman quien nos saldrá al paso en el año 2012. O sea, que está claro el anclaje visual y vital de este yanqui nacido en Wisconsin en 1966 y formado entre California y Londres. Está claro, en el sentido de lo que se distingue bien. En Snyder, ese “lo que se distingue bien” aporta una imaginería icónica absolutamente permeable al texto de partida. En cuanto narrador cinematográfico, Snyder solo impone su firma en una evidente querencia por la acción y lo fantástico. El resto consiste en ilustrar con oficio el material de partida; en ser fiel a los presupuestos del encargo. Así, en su cine, los zombies, el peplum y los superhéroes adquieren un lustre contemporáneo, sin renunciar a su ADN originario. Dicho de otro modo: Snyder resucita, renueva y reinventa los viejos arquetípicos genéricos. Da igual el qué, lo relevante es el cómo.
Sin embargo, esa habilidad manifiesta para salir bien parado de empresas megalómanas, esa energía representacional poderosa, nerviosa y lisérgica se quiebra en Sucker Punch ante la imposibilidad de insuflar sustancia a un divertimento adolescente. Si en su incursión en el testamento del Romero de Los muertos vivientes, impuso un acabado brillante; si con el confuso y homofóbico cómic de Miller, se soltó en un delirio de pechos de lata y cuerpos de látex, en esta historia que no puede ocultar su deuda con el anime japonés y el mundo del videojuego, se echa de menos la mano de un guionista con talento para crear diálogos. También le pasa factura la aceleración que Snyder se impone desde la parrilla de salida. Los primeros minutos de Sucker Punch resultan tan briosos que se diría que estamos viendo un trailer y no un comienzo. De ahí ese deshacerse poco a poco. Ese juego entre lo real y el delirio se pierde en un esquemático ritual del que se adivinan sus engranajes. Retrofuturismo nazi, exaltación de katanas y samurais, loqueros de cabaret, alcaldes corruptos, sadismo y chicas guerreras para chicos virginales de consola y acné. Demasiado ruido para tan poca sustancia.
Sin embargo, esa habilidad manifiesta para salir bien parado de empresas megalómanas, esa energía representacional poderosa, nerviosa y lisérgica se quiebra en Sucker Punch ante la imposibilidad de insuflar sustancia a un divertimento adolescente. Si en su incursión en el testamento del Romero de Los muertos vivientes, impuso un acabado brillante; si con el confuso y homofóbico cómic de Miller, se soltó en un delirio de pechos de lata y cuerpos de látex, en esta historia que no puede ocultar su deuda con el anime japonés y el mundo del videojuego, se echa de menos la mano de un guionista con talento para crear diálogos. También le pasa factura la aceleración que Snyder se impone desde la parrilla de salida. Los primeros minutos de Sucker Punch resultan tan briosos que se diría que estamos viendo un trailer y no un comienzo. De ahí ese deshacerse poco a poco. Ese juego entre lo real y el delirio se pierde en un esquemático ritual del que se adivinan sus engranajes. Retrofuturismo nazi, exaltación de katanas y samurais, loqueros de cabaret, alcaldes corruptos, sadismo y chicas guerreras para chicos virginales de consola y acné. Demasiado ruido para tan poca sustancia.