Nuestra puntuación
Soledad en familiaTítulo Original: EVERYBODY´S FINE Dirección: Kirk Jones Guión: Kirk Jones, basado en el guión de Massimo De Rita, Tonino Guerra y Giuseppe Tornatore Intérpretes: Robert De Niro, Drew Barrymore, Kate Beckinsale y Sam Rockwell Nacionalidad: EE.UU. 2009 Duración: 100 minutos ESTRENO: Enero 10
Cuando Tornatore alumbró Todos están bien, venía de triunfar con un filme de cinefilia y sentimentalismo titulado Cinema Paradiso. ¿Una obra maestra? No, un mazapán bienintencionado al que se encomiendan los exhibidores cinematográficos del mundo. La razón es simple. Verifica la posibilidad de esa ecuación de oro capaz de ensamblar una buena taquilla con una historia bonita. Es el cine que todos los Garcis del universo sueñan con hacer; esa tercera vía que suma éxito crítico con lluvia de premios y dinero. Ciertamente, lograr ese equilibrio, por más que rezume autocomplacencia, no es sencillo. De hecho, cuando Tornatore reapareció con Todos están bien, una vuelta de tuerca a ese universo emocional de pequeños gestos y buscadas lágrimas, percibió que su mejor tiempo se había ido probablemente para no volver.
Que ahora un director anglosajón como Kirk Jones (Despertando a Ned, La niñera mágica) desentierre esta historia 20 años después, sólo puede entenderse desde el descomunal desbrujulamiento que sufre el Hollywood del cine familiar. De hecho, y sin dudar del rigor con el que Jones asume este proyecto, es obvio que sus esfuerzos por evitar el empalago desmesurado del sello Tornatore, amigo del exceso y el subrayado, resultan baldíos.
Su territorio converge con el que Alexander Payne desgarró en A propósito de Smith. O sea, revela una radiografía sobre el envejecimiento del primer mundo. Una apertura en canal al declive del sueño occidental en el que los nuevos jubilados se enfrentan a su situación con menos familia que hijos y con más soledad que entretenimientos. Jones construye una road movie para apuntalar una reflexión sobre el (re/des)conocimiento de un padre sobre el presente de sus hijos. Hay en ella algunas imágenes poderosas, como esos kilómetros de pvc que envuelven los cables telefónicos y que durante años el personaje de De Niro ha fabricado a costa de herirse los pulmones. Él, que se dejó la salud para favorecer la comunicación de los hombres, no es capaz de dialogar con sus hijos. Pero Jones no hace como el Kore-eda de Still Walking ni el Lynch de The Straight Story, arañarse con lo real para levantar verdad. Prefiere hacer como Tornatore, anclarse en un fatigoso ensimismamiento.