Alumbramiento de la nueva mujer del siglo XXI


Título Original: JUNO Dirección: Jason Reitman Guión: Diablo CodyIntérpretes:Ellen Page, Michael Cera, Jennifer Garner, Jason Bateman, Olivia Thirlby, Allison Janney y J.K. Simmons Nacionalidad: EE.UU. 2007 Duración: 91 minutos ESTRENO: Febrero 08


Desde su misma gestación Juno se reclama como un filme inscrito en su tiempo. Mucho antes de que adquiriera su naturaleza fílmica, lo que el personaje de Juno es navegaba por internet bajo el aspecto de un blog firmado por Diablo Cody. Detrás de ese nombre y resguardado por una lengua mordaz se encuentra la verdadera protagonista del filme, una guionista que no lo era, aunque con Juno acaba de doctorarse por todo lo alto.
Diablo Cody ha tenido además mucha suerte. La tuvo cuando atrajo el interés del productor Mason Novick, quien le hizo una propuesta firme seducido por su procacidad. La volvió a tener cuando Jason Reitman (Gracias por fumar) tomó las riendas. Hijo de Ivan Reitman, uno de los productores y directores más consolidados en EE.UU., Jason está decidido a seguir el paso de Sofia Coppola: echarse a la espalda el peso del padre sin ningún complejo.
No acabó ahí la suerte para Juno. Le faltaba la última sonrisa del azar. La recibió cuando Ellen Page, la implacable vengadora de Hard Candy, se metió en la piel de esa adolescente que pierde su virginidad el mismo día que se queda en estado. Y así, de ese encuentro entre una guionista desconocida pero fresca, mordaz y diferente; un director que creció rodeado de cine y una actriz cuya magnética espontaneidad no se veía desde que Natalie Portman sacudió la calma a unos y otras con Beautiful girls, se alumbró Juno.
Con tanta euforia estaba cantado que un país que admira la fortuna y que cree en el destino convertiría a Juno en una de esas películas mimadas por la crítica y amadas por el público. Sin duda se lo merece.
Veámoslo. Desde sus primeros compases, Juno no esconde su pertenencia a ese cine norteamericano actual. Por sus venas de plata y celuloide fluyen colores y gestos que un espectador atento no tarda en reconocer. De American Beauty a American Splendor, de Ghost World a Magnolia…, son incontables los referentes de la contemporaneidad que aquí se entrecruzan.
A la vista de lo que Juno despliega, se entiende por qué Jason Reitman no dudó en escoger este argumento. Si en Gracias por fumar, Reitman bailaba descalzo sobre el filo de la incorrección política con la sana intención de dinamitar prejuicios y convenciones; aquí su joven protagonista, su inmaduro novio, la pareja que desea al hijo que Juno lleva en sus entrañas, su descarada amiga y todo el entorno que le (de)limita y, al mismo tiempo, define, se aplica con obsesivo afán en derribar algunos tótems de la cultura emergente. Diablo Cody, y con ella Juno, muerde los referentes culturales del final del siglo XX, los 90, para revalorizar los símbolos supervivientes de los 70.
Juno se sirve del disfraz del cine de instituto para forjar una lúcida lección sobre la procreación y la maternidad, la madurez y el compromiso. Con una Ellen Page que aparenta 16 años -tiene 21- en lo que es una encarnación irreprochable, Juno alterna la broma frívola con el apunte hondo. Una mezcla de rocosa ingravidez que funde en el mismo personaje actitudes contrapuestas. De esa dualidad, obtiene Jason lo mejor del filme. Se mete hasta el cuello en un tema resbaladizo como el aborto y la donación, el instinto materno y la capacidad de engendrar un hijo. Y lo hace con la confianza de que dos jóvenes de alto valor están a su lado: Diablo Cody y Ellen Page. Dos mujeres de dinamita para un nuevo milenio en el que el género masculino rezuma estupor. En Juno abundan las mujeres fuertes, generosas e independientes. Frente a ellas, ellos están ensimismados y/o son inmaduros. Si el filme tiene razón, el futuro será distinto.
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