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La Disney renace gracias al milagro de Pixar


Título Original: BOLT Dirección: Chris Williams y Byron Howard Guión: Chris Williams y Dan Fogelman Doblaje original: John Travolta, Miley Cyrus, Susie Essman, Mark Waltony Malcolm McDowell Nacionalidad: EE.UU. 2008 Duración: 96 minutos ESTRENO: Diciembre 08
¿Cómo explicaremos a nuestros hijos, o más difícil, cómo nos explicaremos a nosotros mismos, que el mejor cine que se hacía al comienzo del siglo XXI era de dibujos animados, ese sucedáneo al que algunos críticos le niegan su naturaleza de cine? El tema es que, a lo largo de 2008, ha habido no menos de cuatro obras magistrales que han salvado este tiempo de crisis. Dos de ellas provienen de Japón. Me refiero a las inéditas en España, The Sky Crawlers de Mamoru Oshii y Ponyo on the Cliff de Hayao Miyazaki. Las otras dos provienen de EE.UU.: WALL·E de Andrew Stanton y éste que ahora nos ocupa y que responde al título de Bolt, dirigido por los debutantes Chris Williams y Byron Howard.
En estas dos últimas, un hombre mueve los hilos desde la sombra: John Lasseter, padre fundador de Pixar y ahora padre refundador de Disney. Pero hablemos de Bolt que se merece un detenido análisis. Bolt ya ha hecho historia por muchas razones. Una es industrial. Con Bolt la Disney, tras absorber a Pixar, se ha hecho Pixar, ha abrazado su proceso creativo y de ese modo, recupera su capacidad para elaborar los nuevos cuentos del presente, algo que desde hace un par de décadas ya había perdido por completo.
Para ello hizo falta que John Lasseter, productor ejecutivo, echara al director designado para realizar Bolt y que aplicara la fórmula que ha alumbrado los mejores relatos infantiles de los últimos años: Buscando a Nemo, Toy Story, Monster S.A.,… y la citada WALL.E. En consecuencia eso implica dos ingredientes sustanciales: inteligencia y humor. Hay un tercero, rigor; lo que lleva a huir de las concesiones fáciles.
Si se compara el devenir de Bolt con el revenir de Madagascar 2, pese a que ésta última tiene el toque de Ben Stiller y la presencia en el guión del Ethan Coen de Tropic Thunder, es perceptible que la Dreamworks ahoga su producto por ese burdo populismo infantil y adulto. Nada de eso acontece con Bolt.
Lasseter sabe de la importancia de rozar los espacios íntimos, aquellos en los que el subconsciente se adentra en el misterio de los sentimientos , allí donde la edad poco tiene que ver. Por eso sus historias asumen el barniz irónico de lo posmoderno para recubrir los viejos relatos del personaje anónimo, del héroe sin superpoderes ni megaproblemas, del individuo enfrentado a una situación límite y a un proceso iniciático. Su Bolt debe bastante al Truman´s Show del Peter Weir. Como el personaje de Jim Carrey, su vida es ficción y su mundo es irreal. Bolt se cree un perro prodigioso, un X-dog comprometido con la justicia; un fiel defensor de su dueña, una niña, hija de un científico al que le debe los superpoderes. Pero a Bolt, perdido de su hogar, golpe a golpe la vida le despertará de su espejismo.
Lo que el filme plantea reivindica la necesidad del héroe sin artificios, exalta el valor de la amistad y rinde homenaje al cine de aventura, emociones y buenos humores. Como hay mucha pasión, junto a Bolt sobresalen dos compañeros impagables, Mittens, una gata escaldada y vulnerable y Rhino, un hámster fantasioso y voluntarista que cree en el poder de su nuevo amigo.
Bolt plantea un largo viaje para que su principal personaje sea capaz de encontrarse a sí mismo, un proceso de madurez por el que Disney construye un hermoso y revelador relato. También, por supuesto, ha pergeñado unos personajes con los que sacará mucho dinero. Pero a cambio no escatima ni talento, ni brillantez, ni calidad técnica al servicio de un cuento tan clásico como Blancanieves y más actual que el 99% de los estrenos de este año.

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