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¿Quién es el marciano?
Dirección: Jorge Blanco Codirección: Javier Abad y Marcos Martínez Producción: Ignacio Pérez Dolset y Guy Collins Guión: Joe Stillman Música: James Seymour Brett. Montaje: Alex Rodríguez. Nacionalidad: España. Reino Unido. 2009 Duración: 91 minutos ESTRENO: Diciembre 2009
Antes de penetrar en las aguas argumentales de Planet 51 y de sus bondades y calidades cinematográficas, una constatación. Planet 51 ya ha hecho historia y como tal se merece un lugar en la leyenda. Nunca antes de ahora, un filme de animación español se había estrenado en EE.UU. con honores de película mainstream. Sin restar méritos a lo logrado por Almodóvar, al éxito de Los otros o incluso a la excelente taquilla de La huérfana, película cien por cien norteamericana aunque dirigida por el cineasta catalán Jaume Collet-Serra, la obra encabezada por Jorge Blanco brilla en una galaxia llena de grandes películas. Doble mérito porque, dada la complejidad de los procesos de producción, la animación es un terreno más exigente que el del cine de actores. Y especialmente, porque desde la aparición de Pixar, la internacionalización del anime japonés y los esfuerzos de los grandes estudios por hacerse un hueco en este campo, la calidad media del cine de animación está a años luz del cine convencional.
Por eso, que Planet 51 ofrezca un acabado tan solvente, que su guión dé vida a un filme enérgico y divertido y que sus hechuras sean tan notables como para conseguir competir con obras como Shrek, Ponyo o Ice Age sin hacer el ridículo, es una buena noticia. El mayor lastre que impide alzar el vuelo a esta historia reside en su apocada personalidad incapaz de imprimir una identidad singular a lo que sin ella, no puede menos que mostrar demasiado parecido a los modelos de los que ha bebido. Nada grave en el tiempo de la cita y el guiño, en el siglo de la postmodernidad y lo pre-cocinado pero, un handicap que, sin ser determinante, introduce una molesta sensación de percibir que las gentes que han hecho Planet 51 están facultadas para asumir obras mayores. Su problema no es que no sea buena, sino que podía ser mejor. Más allá de eso, nos queda el genuino interés de la historia de ese astronauta norteamericano -el equipo español ha narrado el filme como si se hubiera rodado en California- recibido como lo que es, un alienígena para los habitantes de otro planeta. Y con él, regado por alusiones de 2001 a E.T., tejer un discurso sobre los otros, sobre lo diferente, sobre lo que nos hace tan distintos y tan parecidos.