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Tango negro, romance blanco

Título Original: EL SECRETO DE SUS OJOS Dirección: Juan José Campanella Guión: Eduardo Sacheri y Juan José Campanella Intérpretes: Ricardo Darín, Soledad Villamil, Pablo Rago, Javier Godino y Guillermo Francella Nacionalidad: Argentina, España. 2009 Duración: 116 minutos ESTRENO: octubre 2009

Un crimen sin resolver, una historia de amor sin culminar, una herida social sin cicatrizar… ¿qué guardan en común? Un pasado sin superar. El pasado es lo que pone en marcha El secreto de sus ojos, el pasado entendido como territorio de lo inconcluso, de lo que todavía supura emoción, de lo que provoca, si no se resuelve, melancolía y frustración. Con esas cosas no hay que morirse, grita esta película, y sobre ese lamento crece el último filme de Campanella.
Y su (re)nacimiento tiene lugar en torno al amargo (re)vivir que lleva a cabo un profesional del ministerio de Justicia en Argentina, un funcionario competente y honesto que, en otro tiempo, vio cómo se derrumbaban todos sus sueños al tiempo que el país, su país, se llenaba de ausencias cuyas huellas dejaron un clamoroso rastro. Como hace años hiciera Bong Joon-ho en Memories of murder, Campanella, inicia un inteligente cambio de registro, sin renunciar a sus señas de identidad. Es decir, hace justo lo contrario que en su anterior largometraje, Luna de Avellaneda, donde insistía en regresar al espacio ya clausurado de novias e hijos.
Aquí Campanella se adentra en campo más oscuro, al tiempo que sortea esa querencia hacia el sentimentalismo que tanto parece irritar a algunos. El secreto de sus ojos plantea una pregunta inicial, la de saber a quién pertenecen esos ojos y cuál es ese secreto. Hay un cadáver inicial, una bella joven brutalmente asesinada. Y hay un juego de dos tiempos, un pasado del que todos han querido huir y un presente sobre el que se ciernen muchos misterios. Ricardo Darín y Soledad Villamil echan fuego por sus ojos. Él es un perdedor que se niega a serlo. Ella, era una chica bien. La maquinaria de la Justicia les unió. La injusticia los separó. Ahora, tras un tiempo prudencial, él se empeña en reescribir lo que no se supo, cuando en el fondo probablemente lo que busca es convocar el tiempo perdido.
Jamás se vence al reloj, jamás se derrota al tiempo pero sí se puede recuperar el espacio para poder ver allí lo que las circunstancias no dejaron mirar. Campanella toca muchas cuerdas y con ellas entona una composición de contrapuntos y matices. El amor, la venganza, el rencor, la muerte, el perdón… Se recrea en la jugada, quizá demasiado, pero hay fuerza, trabajo y talento.

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