Pasto del olvido

Dirección:  Joseph Kosinski   Guion:  Karl Gajdusek y Michael DeBruyn; basado en un cómic de Joseph Kosinski  Intérpretes:  Tom Cruise, Olga Kurylenko, Andrea Riseborough, Morgan Freeman, Nikolaj Coster-Waldau y  Melissa Leo  Nacionalidad:  EE.UU. 2013   Duración: 125 minutos


El significado del término Oblivion puede ser traducido como olvido. Y eso, no recordar, es lo que hace el personaje principal de este filme, o sea el personaje que interpreta Tom Cruise. Pero olvidar es también el error en el que incurre el realizador y autor de la idea ¿original?, Joseph Kosinski. Arquitecto de formación y responsable del fallido intento de reeditar la secuela de Tron, un filme mitificado por sus premoniciones visuales antes que por sus cualidades cinematográficas, Kosinski parece querer restañar, o sea obstruir, las vías de agua que arruinaron su revival: Tron: Legacy. Y lo que Kosinski desatiende es aquello que resulta fundante en todo ejercicio fílmico que pretende permanecer a través del tiempo: insuflar una suficiente dosis de emoción, de verosimilitud y de autenticidad. En suma, ensamblar las piezas del relato con el cemento del esplendor de lo inolvidable.
Nada hay en este esmerado y apañado trabajo futurista que lo haga singular. Nada pues le salvará de ser corroído por el tiempo porque todo en él remite a ideas y recursos ya formulados. 
Incluso aquellos instantes en los que podría habitar alguna originalidad, ésta se disuelve en la nada por la falta de complicidad entre un Tom Cruise cada vez más desesperado por encontrar ese papel que le de crédito, y una Olga Kurylenko que, por lo visto hasta ahora, consigue forjar un paradigma de lo femenino que en tiempos de mayor beligerancia feminista le hubieran granjeado abucheos.
En tiempos post-Lara Croft, en un cine de aventuras donde las protagonistas en lo físico resultan tan autónomas como los protagonistas masculinos, Kurylenko perpetúa la imagen de la musa, de la bella frágil en espera de un caballero que domine al dragón. Algo que podría disimularse si entre Cruise y Kurylenko brotara un pequeño relámpago de aquella electricidad que Tracy-Hepburn obtenían de la diferencia de géneros. Pero entre ellos, hay menos interés que en un banco griego. 
Con esa mirada trasnochada, Oblivion se defiende con un diseño visual y algunos ingenios ocurrentes. Parece que Kosinki se empeñase en repetir la naturaleza de Tron: un débil argumento con un acabado feliz lleno de curiosas previsiones sobre el futuro. O sea, poco para no ser pasto del olvido.
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