Nuestra puntuación
La cara oculta de un productor de Hollywood
Título Original: WHAT JUST HAPPENED? Dirección: Barry Levinson Intérpretes: Robert De Niro, Catherine Keener, Sean Penn, Kristen Stewart, Stanley Tucci, John Turturro, Bruce Willis, Michael Wincott y Robin Wright Penn Nacionalidad: EE.UU. 2008 Duración: 106 minutos ESTRENO: Diciembre 09
Durante muchos minutos resulta cabal albergar la esperanza de que Barry Levinson, un miembro distinguido de la corte de Hollywood, un barón oscarizado por Rain Man (1988), se atreva a sacar el escalpelo de la verdad y, en consecuencia, se abra las entrañas del mundo que refleja su película. ¿Ingenuidad? Sin duda, pero es que, además de Levinson, hay en este filme un par de factores que prometen lo suyo. De una parte tenemos el origen de su historia, el libro de Art Linson, “What just happened?”, novela de tintes personales y de ecos biográficos de uno de los que sabe.
¿Qué sabe? De Hollywood, mucho. Pero ¿quién es Art Linson? Un productor, un personaje que, como el protagonista encarnado por De Niro en este filme, se gana la vida aplicando vaselina para que los inversores no retiren el dinero y las estrellas no pierdan la cabeza. De modo que Linson no es un cualquiera. A él debemos obras de culto como El club de la lucha (1999), dirigida por David Fincher y su mano está presente en algunos de los títulos más celebrados dirigidos por Michael Mann, David Mamet, Sean Penn y el Brian de Palma que va de Los Intocables a La dalia negra. Precisamente, La dalia negra, estuvo preparada inicialmente para que fuera Fincher quien la dirigiera pero… O sea, el anecdotario de Linson almacena oscuros secretos y suculentas historias.
De otro lado, hay un reparto de alto standing con Robert De Niro al frente, quien, además de protagonista aparece como productor. Ahora bien, en el cine la acumulación de talentos no siempre suma y en Algo pasa en Hollywood , sin incurrir en la decepción, lo que se nos desvela es poco y lo que se descubre, apenas nada.
Estamos ante una nueva entrega de cine dentro del cine, reflexión sobre la profesión, sobre el arte y la industria pero también sobre los problemas domésticos, sobre los usufructos de la popularidad y los destrozos de la fama. Vieja tentación que, desde casi el mismo invento del cinematógrafo, ha atraído a cineastas de todo tipo, gentes, por otro lado, con querencias egocéntricas y neurosis monumentales. En este caso, la obsesión no va lejos y Levinson, un cineasta de talento, entona con De Niro como maestro de ceremonias, un ritual desacralizador de baja intensidad y alto oficio.
Algo pasa en Hollywood arranca en una sala de cine y casi termina en el mismo espacio. En la primera cita estamos en una sala privada en la que los productores testean la respuesta del público. En su recta final se nos lleva a Cannes donde el “mundo” emite un dictamen que no siempre es definitivo. Entre medio se nos describe el infantilismo de un director de culto, las presiones de una ejecutiva sin piedad, los vaivenes y traiciones de los compadres del oficio y la obstinada cerrazón de una estrella llamada Bruce Willis, quien se representa a sí mismo, empecinado en no quitarse una poblada barba pese a las pretensiones del productor. Carne de comedia.
En manos más diestras y voluntades menos maniatadas, Algo pasa en Hollywood podría haber sacado sangre. Levinson opta por el humor suave y la mueca cínica. No explicita mucho, pero insinúa algo. Duda demasiado entre describir la vida doméstica de un productor y radiografíar a la profesión. Y en esa incertidumbre, la pregunta que da título original al filme queda sin despejarse del todo.
El resultado es amable, la conclusión benévola, el esfuerzo de verla se compensa a medias y todo se queda en la admirable capacidad que tiene el cine estadounidense para pellizcar entre líneas y para reirse de sí mismos sin que nadie pueda sentirse gravemente ofendido.
¿Qué sabe? De Hollywood, mucho. Pero ¿quién es Art Linson? Un productor, un personaje que, como el protagonista encarnado por De Niro en este filme, se gana la vida aplicando vaselina para que los inversores no retiren el dinero y las estrellas no pierdan la cabeza. De modo que Linson no es un cualquiera. A él debemos obras de culto como El club de la lucha (1999), dirigida por David Fincher y su mano está presente en algunos de los títulos más celebrados dirigidos por Michael Mann, David Mamet, Sean Penn y el Brian de Palma que va de Los Intocables a La dalia negra. Precisamente, La dalia negra, estuvo preparada inicialmente para que fuera Fincher quien la dirigiera pero… O sea, el anecdotario de Linson almacena oscuros secretos y suculentas historias.
De otro lado, hay un reparto de alto standing con Robert De Niro al frente, quien, además de protagonista aparece como productor. Ahora bien, en el cine la acumulación de talentos no siempre suma y en Algo pasa en Hollywood , sin incurrir en la decepción, lo que se nos desvela es poco y lo que se descubre, apenas nada.
Estamos ante una nueva entrega de cine dentro del cine, reflexión sobre la profesión, sobre el arte y la industria pero también sobre los problemas domésticos, sobre los usufructos de la popularidad y los destrozos de la fama. Vieja tentación que, desde casi el mismo invento del cinematógrafo, ha atraído a cineastas de todo tipo, gentes, por otro lado, con querencias egocéntricas y neurosis monumentales. En este caso, la obsesión no va lejos y Levinson, un cineasta de talento, entona con De Niro como maestro de ceremonias, un ritual desacralizador de baja intensidad y alto oficio.
Algo pasa en Hollywood arranca en una sala de cine y casi termina en el mismo espacio. En la primera cita estamos en una sala privada en la que los productores testean la respuesta del público. En su recta final se nos lleva a Cannes donde el “mundo” emite un dictamen que no siempre es definitivo. Entre medio se nos describe el infantilismo de un director de culto, las presiones de una ejecutiva sin piedad, los vaivenes y traiciones de los compadres del oficio y la obstinada cerrazón de una estrella llamada Bruce Willis, quien se representa a sí mismo, empecinado en no quitarse una poblada barba pese a las pretensiones del productor. Carne de comedia.
En manos más diestras y voluntades menos maniatadas, Algo pasa en Hollywood podría haber sacado sangre. Levinson opta por el humor suave y la mueca cínica. No explicita mucho, pero insinúa algo. Duda demasiado entre describir la vida doméstica de un productor y radiografíar a la profesión. Y en esa incertidumbre, la pregunta que da título original al filme queda sin despejarse del todo.
El resultado es amable, la conclusión benévola, el esfuerzo de verla se compensa a medias y todo se queda en la admirable capacidad que tiene el cine estadounidense para pellizcar entre líneas y para reirse de sí mismos sin que nadie pueda sentirse gravemente ofendido.