Hsiao Hsien practica un cine personal, inconfundible, revelador. Da igual el tema, el tiempo, el género e incluso la historia que encierren sus películas. Al final siempre se halla en ellas una sacudida que estremece. En The assassin, bajo su ropaje de wuxia, con el pretexto de una trama hermética de confabulaciones de alcoba y sangre, el director taiwanés descubre una de sus más inspiradas páginas. Más allá del laberíntico devenir de ecos siniestros, venganzas familiares y proclamas lapidarias, el paisaje deviene en texto.