
TENÉIS QUE VENIR A VERLA
Podría frivolizarse y tomarse esta cita como si fuera un trampantojo, un espejismo singular en una cinematografía nacional abonada al disparate del mercado. El hecho es que, tras acometer el premiado “tour de force” de “Quién lo impide”, con una excepcional (y exagerada) duración de 221 minutos, Jonas Trueba reaparece seis meses después con este “Tenéis que venir a verla”; para narrar en 64 minutos dos (re)encuentros fugaces a cargo de dos parejas cuya juventud se aleja sin remedio.