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Desde el primer segundo, preludiado por las informaciones que se nos han ido dando, las simpatías están con esta película que, pese a la humildad de su producción, ha sido nominada para el Óscar. Sarah Polley, bien conocida por su hacer como actriz con Isabel Coixet, Atom Egoyan, David Cronenberg, Michael Winterbottom y Terry Gilliam, o por su trabajo como directora: «Lejos de ella», (2006), se sirve de la obra de Miriam Toews, una fábula anacrónica que acontece en 2010.

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De bandera danesa pero aflicciones iraníes, “Holy Spider” parece adentrarse en parecido terreno al que dio a Bong Joon-ho su proyección internacional: “Memories of Murder” (2003). Como se recuerda, o como se puede rastrear, el director de “Parásitos” emitió señales inequívocas de su talento con un oscuro “thriller”…

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Paso a paso, película a película, el prestigio de David O. Russell palidece sin que las dudas que provoca su universo mermen su capacidad de trabajar con intérpretes de lujo ni frenen su tendencia a la estridencia. Autor de “Tres reyes” (1999), “Extrañas coincidencias” (2004), “The Fighter” (2010), “La gran estafa americana” (2014) y “Joy” (2015); habían pasado siete años desde su último proyecto.

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El 13 de noviembre de 2015, noventa personas morían asesinadas en Bataclan, París, durante el concierto de Eagles of Death Metal. Entre los supervivientes estaba Ramón González quien conjuró el trauma y el shock de lo vivido escribiendo “Paz, amor y Death metal”, una crónica a bocajarro sobre la horrible sensación sufrida durante el ataque terrorista.

Como acontece en la celda donde se hacinan sus dos principales protagonistas encarnados por Miguel Herrán y Javier Gutiérrez, todo se dirime en dos niveles antagónicos. Así, en el camastro de arriba, el primero, Manuel, un contable pendiente de un juicio que nunca llega, escribe panfletos pidiendo respeto por los derechos y amnistía para la gente encarcelada

Cada vez que se nos avisa que una película está basada en acontecimientos reales y, especialmente, si la mayor parte de sus protagonistas todavía permanece entre nosotros, surge la tentación de preguntar(se) por qué no se ha escogido el género documental en lugar de organizar una recreación artificial en la que unos actores reproducen impostadamente esos hechos que “ocurrieron”.