Título Original: THE FAREWELL Dirección y guión:Lulu Wang Intérpretes: Awkwafina,  Tzi Ma,  Jim Liu,  Gil Perez-Abraham,  Diana Lin,  Yongbo Jiang, Shuzhen Zhou País:  China. 2019 Duración:   100   minutos

Una boda para una despedida

Una lluvia de estrellas recibidas por ilustres cronistas desconocidos rodea la foto del retrato familiar que preside el cartel propagandístico de “The Farewell”.  Ese empeño en avalar los estrenos con más estrellas que un árbol de navidad no es sino el patético esfuerzo de los publicistas, en cuyas manos se encuentra el destino de las salas de cine. Ese puede ser el caso de esta golosina de mazapán tan dulce como insípida dirigida por una profesional americana de origen chino, Lulu Wang.
Ella aparece como guionista, directora y productora. Sin embargo, donde Lulu Wang impone su mejor saber, es en el de los dineros. Nacida para humedecer las miradas y conmover las sensibilidades propensas al lloro y al suspiro, “The Farewell” se lanza, con menos pudor que un actor porno, a hurgar en la emoción. 
La trama argumental ya lo deja claro. Una anciana aquejada de cáncer de pulmón a la que le diagnostican apenas unos meses de vida, recibe la visita de sus hijos y de sus respectivas familias, que abandonaron China; uno hacia Japón, hacia América el otro. Ella no sabe que su muerte será inminente y la costumbre, se nos dice, para evitarle dolor, exige una mentira piadosa. Para ello, la boda ficticia de uno de sus nietos, actúa como pretexto de una reunión disfrazada de celebración pero atravesada por el dolor de la despedida. Con este motor de enredo, juego y confusión, Wang se empeña en vertir generosamente altas dosis de caramelo.
La acción acontece en una China en plena transformación; en un país que abraza compulsivamente el mercado a golpe de consigna comunista. Todo transcurre en el epicentro de esa demencial hibridación desideologizada. En ese contexto, con algún gesto de ambición autoral, “The Farewell” parece fijar su atención en ese cine de familia y nostalgia que nació con Ozu y ahora defienden desde ópticas contrapuestas Koreeda y Yamada.
Lejos, muy lejos del pulso narrativo del autor de “Un asunto de familia”, esta historia de una enternecedora abuela cuya enfermedad y situación marca un punto de encuentro tan epidérmico como banal, podía haber arrojado luz. Pero esta directora que nació en Pekín para hacerse profesional en los EE.UU. prefiere habitar la zona de confort de lo convencional y bienintencionado.
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