En “Glass” se asiste a un fenómeno singular. Con “Glass” se cierra una trilogía cuya gestación no ha seguido los cauces habituales. Entre las notables, hay trilogías pergeñadas desde el primer día del rodaje, por ejemplo, “El señor de los anillos”; y trilogías concebidas por el éxito de cada un de sus entregas, “Toy Story” (aunque ahora es ya tetralogía).

A ghost story es lo que su título afirma, una historia de fantasmas. Lo que no dice su título es que ese relato se abisma en lo fantasmático no desde las leyes del género, a golpe de susto y sobresalto, sino desde la angustia, desde la huella borrosa de lo que ayer fue y hoy solo es ausencia. David Lowery (Wisconsin,1980) corre muchos riesgos.

Ahora muchos lo han olvidado, otros nunca lo han sabido, pero lo cierto es que en su comienzo, James Wan fue objeto de posiciones airadamente enfrentadas. La culpa la tuvo Saw (2004), un claustrofóbico relato de horror y sangre en cuyo seno nació Jigsaw, hoy uno de esos grandes referentes del cine de terror que junto a Freddy Krueger, Jason Voorhees, Michael Myers y Leatherface, comanda la galería de los más aterradores monstruos del cine contemporáneo.