En la primera edición del festival Punto de Vista, 2005, se dedicó una amplia retrospectiva al cine documental japonés. Junto a una selección histórica de los mejores textos fílmicos basados en el cine de no ficción, se estableció una cita singular con una joven cineasta llamada Naomi Kawase.

Hace veinte años se estrenó “Millennium Actress”; hace diez, murió su creador. La película es una pieza de orfebrería, una de las más románticas y bellas historias jamás concebida. El cineasta, Satoshi Kon, mangaka, guionista y fascinante fabulador, merece un lugar entre los más grandes; al lado de Ingman Bergman y próximo a Dario Argento, junto a Chris Marker y a la altura de John Ford.

Entre “First Love” y la primera entrega de “Dead or Alive” han pasado veinte años. En referencias de alta productividad, al estilo de Clint Eastwood o Woody Allen, hablaríamos, asombrados, de que en esas dos décadas, cada uno de ellos ha producido casi una quincena de películas. En ese tiempo Takashi Miike ha filmado casi medio centenar de largometrajes, varias series de televisión y un sin fin de proyectos de todo tipo.

Yójiro Takita, como Yóji Yamada y otros muchos directores japoneses, milita en una manera de encarar la profesión de realizador de cine desde la práctica del oficio. Aprenden desde la praxis, antes de cantar misa han ejercido de monaguillos y, en consecuencia, antes que narradores con un discurso propio que necesitan con urgencia plasmarlo en imágenes, son trabajadores de una industria que fabrica relatos.

Hace veinte años, Naomi Kawase (Nara, 1969) se convertía en la directora más joven en ganar la Cámara de Oro de Cannes con “Suzaku”. Hace diez, “El bosque del duelo” le reportaba en el mismo festival, el Gran Premio del Jurado. Entre ambas fechas, en el año 2005, en la primera edición del festival Punto de Vista, se le rendía la primera retrospectiva que la realizadora japonesa recibía en nuestro país.

Probablemente “Un asunto de familia” encuentre su alma gemela en “Nadie sabe”, la película que en 2004 sirvió para que su director, Hirokazu Koreeda, se nos uniese para siempre como ese compañero de viaje al que, en los últimos 14 años, hemos aprendido a querer y a respetar a través de 10 películas. Ninguna ha sido mala.