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El Goya de Valencia duró algo más de doscientos minutos y representó un reflejo extraordinario de nuestra realidad. ¿Cómo se puede ser tan aburrido y al mismo tiempo escenificar de manera tan rotunda y tan precisa las crueles paradojas y contradicciones de nuestro tiempo? Pues con estilo. Eso sí con un estilo políticamente correcto