Merecedora de elogiosas críticas que bandearon su estreno, con Crudo se vive el pernicioso efecto de los superlativos generosos. Una cosa es certificar que Julia Ducournau, su joven realizadora, 33 años, evidencia unas sugerentes y bien construidas maneras, y otra, calificar a Crudo de película extraordinaria. No lo es, pero podría haberlo sido. Y eso cabrea.