Se han cumplido 25 años del estreno de “Sentido y sensibilidad”. Aquel filme de Ang Lee, supuso un enorme éxito de taquilla y la entrada a Hollywood por la puerta grande del notable cineasta taiwanés. Hasta ese momento Lee se había movido en los humildes arrabales del cine llamado independiente.

Sacó al Zinemaldia del territorio de la mediocridad previsible de su Sección Oficial a golpe de precisión. Fue la película en la que todas las valoraciones críticas mostraron su acuerdo. Probablemente no asombró a ninguno, pero ninguno dijo que no hubiera calidad, rigor, solvencia e incluso evidente talento en su interior.

La sombra de Rivette además de alargada, en este caso, ha sido mitificada por el escándalo y acrecentada por la leyenda. La cuestión es que hace 50 años, el pulmón intelectual de la Nouvelle Vague, Jacques Rivette, se echó a la espalda el texto de Diderot y sin complejos de culpa ni pagar peaje con la Historia, adaptó este relato en medio de escándalos y absurdas prohibiciones.