Desde el primer segundo, este filme se percibe como una propuesta original y, ciertamente, muy coherente. Puro papel de lija que escuece tanto como señala. Su argumento hace esperar una nueva incursión en ese cine político de denuncia sobre los años de plomo; lluvia de odio que (de)sangró a Irlanda en la segunda mitad del siglo XX.

En el cañón de un mellado Sherman, un poderoso tanque norteamericano muy utilizado durante la segunda guerra mundial, se lee la palabra Fury. Ese distintivo lo diferencia del resto de fortalezas de hierro y fuego que aparecen en la película, y lo convierte en el verdadero protagonista de esta cinta. Ese “Fury” le da título y señala su contenido, puesto que de furia y muerte es de lo que trata este filme bélico.

Evitaré la innecesaria referencia a la dimensión de actriz-estrella de la mujer responsable de este filme, Angelina Jolie. No viene a cuento. Construida a partir del relato de un personaje que evitó echarse a perder en su juventud gracias al atletismo, protagonista de una proeza en los juegos olímpicos de la Alemania nazi y superviviente de un infierno en la segunda guerra mundial, Invencible ofrece una especie de tres en uno.