Ambientada en los años 20, en la ciudad costera de Littlehampton (Inglaterra), y con destellos de aquel cine coral europeo que se practicó cuando la pesadilla del holocausto nazi se diluía en el fondo del pantano de la Historia, «Pequeñas cartas indiscretas» amaga con asomarse al paisaje retratado por las «comedias Ealing».
Levantada sobre los ecos de la novela de Sylvain Tesson, reconstruida a partir de una experiencia personal llevada a la letra impresa, las identidades de Tesson, el escritor, y Jean Dujardin, el actor que en algún modo lo representa, se (con)funden en un retrato de rosas y espinas.
Nick Winton murió hace 9 años. Había cumplido 106 y su punto vertebral, ese que convierte una vida discreta en algo extraordinario, aconteció en 1939, cuando Hitler se disponía a invadir Checoslovaquia.
Perteneciente al subgénero de cine y aulas escolares, lo que «Radical» plantea se ha contado muchas veces. Es la fábula del buen maestro; la representación de ese «Oh Captain! My captain!» del poema de Whitman al que tanto lustre le sacó Robin Williams en «El club de los poetas muertos» (1989).
Decía Chesterton, en su defensa sobre la familia, que su virtud estribaba en que, a diferencia de quienes la alababan como un remanso de paz y armonía, era justo lo contrario; una encrucijada entre diferentes.
Al concluir las casi dos horas de «El caso Goldman», se impone el regusto amargo de percibir lo mucho que ha cambiado la sociedad francesa y europea en estas últimas décadas.
Inspirado libremente en el caso Mary Kay Letourneau y Vili Fualaau, o sea que acoge (y recoge) el hecho pero no las circunstancias ni la referencia biográfica a la realidad, Todd Haynes desarrolla un filme personal firmemente asentado en su universo fílmico.
Para pasmo de los «fobospoilers», esas personas de sensibilidad más desquiciada que exquisita, gente que se tapa los oídos cuando alguien a su alrededor habla de una película porque no soportan que se les cuente nada de su argumento, J.A. Bayona llevó a miles de personas a ver un relato del que nadie ignoraba su desenlace.
Construido sobre una novela basada en la realidad ese maestro, que promete el mar, existió en la España republicana que hizo de la enseñanza laica una cuestión de principios. Con su recuerdo, Patricia Font desarrolla un relato conjugando dos tiempos.
Con un enterramiento Martin Scorsese inicia este relato oscuramente epifánico. Se trata de un duelo, un sepelio tan simbólico como unívoco. La víctima es la pipa de la paz de la nación Osage. Con su inhumación, se preludia la muerte de una lengua y el final de un pueblo.