Pesadilla latinoamericana

Título Original: HELI Dirección:  Diego Quemada-Díez Guion: Diego Quemada-Díez, Gibrán Portela y Lucía Carreras  Intérpretes: Brandon López, Rodolfo Domínguez, Karen Martínez y  Carlos Chajón  Nacionalidad:  México y España. 2013   Duración: 110 minutos ESTRENO: Diciembre 2013
 
Hay una sensación de déjà vu en esta película que hace que su punzón penetre despacio, casi sin cerciorarnos de que, al final, nos ha rasgado la buena conciencia de pertenecer a un país desarrollado. Llevamos años en los que recibimos documentales, leemos reportajes y vemos películas que nos muestran un trayecto infernal. Un camino nada piadoso ni confortable, ni epifánico. Los peregrinos lo son a su pesar. Recorren una ruta que emana de diferentes orígenes de latinoamérica para finalmente atravesar México camino de EE.UU. Muchos de ellos llegan a su finisterre vital, otros muchos sobreviven mutilados o se convierten en carne de prostitución, en sicarios sin futuro, en muertos vivientes.Lo sabemos hace tiempo y hace tiempo que nada ha cambiado. 
La jaula de oro cuenta una historia sabida, un corrido ya cantado pero, aunque como espectadores podamos intuir lo que va a pasar, no podemos desligarnos de la fuerza conmovedora de sus principales protagonistas. En esta jaula hay tres aves de paso: Juan, Sara y Chauk. Los dos primeros salieron juntos en pos del sueño americano, el tercero es un indígena que ni siquiera habla español. 
Cuando se evoca el sueño americano, se significa el que acontece en EE.UU.; el resto de América se limita a pagar los gastos que éste genera. Y, precisamente de esos gastos es de lo que aquí se habla en un extraño y letal éxodo hacia ninguna parte. Una excursión que entre etapa y etapa nos permite descubrir el amor, la piedad, la lealtad, el perdón y el sacrificio. Quemada-Díez no necesita realzar la truculencia. De hecho, intuimos que el paisaje que muestra ha sido dulcificado, humanizado en algún modo para hacer más insoportable la tendencia fatal que mueve a miles de personas a viajar en ese tren de muerte. Al director le ayuda la verosimilitud que trasmiten sus principales personajes, unos adolescentes embarcados en un recorrido siniestro en el que escalón a escalón, kilómetro a kilómetro, pagarán cada vez un más alto peaje por alcanzar la tierra prometida. El resultado se antoja demoledor porque se sabe que es fácilmente subsanable; terrible por la dosis de realidad que refleja y conmovedor porque lo son sus protagonistas, víctimas en un camino sin retorno.  
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