La insignificancia de lo individual

Título Original: A LATE QUARTET Dirección:  Yaron Zilberman  Guion: Seth Grossman, Yaron Zilberman Intérpretes: Philip Seymour Hoffman, Christopher Walken, Catherine Keener, Mark Ivanir,  Imogen Poots Nacionalidad:  EE.UU. 2012 Duración: 105 minutos ESTRENO: Agosto 2013

El último concierto nos habla de la música pero en realidad lo que hace es bucear en el pozo de los sentimientos. Beethoven, y en concreto su última etapa -aquella en la que a juicio de Adorno, el compositor se ocupaba de “la insignificancia de lo individual” -, se erige en el motor ejemplificante de ese cruce de caminos marcado por el duelo entre el grupo frente al individuo. El grupo lo representa un cuarteto, llamado La Fuga. Se nos dice de esa formación que lleva más de 25 años rozando la excelencia. Es un cuarteto cuya perfección lo convierte en referencia, en santo y seña del mundo melómano. El problema es que el corazón del grupo, el veterano chelista, cuando todavía tiene sin cicatrizar la herida de la muerte de su mujer, es víctima de la mordedura de la edad y recibe el comienzo del Parkinson. El grupo pues, se tambalea. Esta nueva situación lo trastocará todo.
Estamos ante un reflejo más o menos fidedigno que, formalmente, coincide, incluso físicamente, con la formación que interpreta la música que se escucha en el filme: The String Quartet.  Yaron Zilberman, guionista y director de este filme con el que debuta, se aplica con rigor y con el entusiasmo de quien ha encontrado el vehículo perfecto para transmitir su discurso en torno a un concepto clave en el devenir del ser humano: el sacrificio por el ideal. El verbo y la música son los dos extremos sobre los que se agita este metrónomo. La música aparece como realidad ejecutada y como referencia cultural que se utiliza pedagógicamente como metáfora y como pretexto. La palabra sobreviene para desvelar la intimidad de los músicos, para relatar la miseria y la grandeza de su existencia; sus pasiones, sus envidias, sus temores, sus engaños.
En un momento del filme, la joven hija del segundo violín y de la viola del cuarteto, trasmite la moraleja del director y explica qué representa cada persona, cada músico del cuarteto. En realidad se nos da a conocer que estamos ante la encrucijada de una mujer enfrentada a los roles masculinos: el padre, el amante, el padre de sus hijos. Y de fondo, suena la música (re)parando el dolor. Hay un guión inteligente, diálogos brillantes, una música excepcional y un excesivo afán didáctico. Pese a ese exceso, la belleza del total impone su ritmo.
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