Demasiado raro para ser verdad

Título Original: SEARCHING FOR SUGAR MAN Dirección y guión:  Malik Bendjelloul Producción: Simon Chinn y Malik Bendjelloul Música: Rodriguez  Fotografía: Camilla Skagerström  Montaje: Malik Bendjelloul Nacionalidad:  Suecia y Reino Unido.  2012   Duración: 86 minutos ESTRENO: Marzo 2013

Hay dos expresiones que se verbalizan en este impecable documental. Dos interrogantes que rasgan el velo del espejismo que nos vende. Una se enuncia en medio de una pesquisa. Malik Bendjelloul, guionista y realizador del este Oscar al mejor documental del año, planifica con astucia y artificio su inmersión en el corazón del misterio. Parte de una anécdota, avanza desde el total desconocimiento de ese músico norteamericano que triunfó en la Sudáfrica del apartheid en los años del cambio, pero totalmente olvidado en su ciudad natal, Detroit. ¿Está muerto? ¿Cuándo, cómo, dónde y por qué?  Bendjelloul dice resolver el enigma siguiendo “la pista del dinero”. La sigue y desvela, pero solo parcialmente, solo hasta cierto punto. Tanto es así que, al final del documental, cuando el espectador ya ha sido cautivado por la voz de Rodríguez y tararea I wonder…, no se percata de que en realidad ha dejado de hacer preguntas seducido por el carisma del personaje de quien un periodista dice: “es demasiado raro para ser verdad”.
Ese ser demasiado raro se llama Sixto Rodríguez, un músico que concilia la imposible fusión entre Roy Orbinson y Neil Young. Su voz reverbera con un timbre singular, reconocible, contagioso; parece frágil pero no se quiebra. Su rostro parece granito y ébano blanqueado. Su dignidad y su destino de perdedor lo convierten en un héroe fordiano; cien por cien norteamericano. Que el maestro de ceremonias sea un cineasta sueco no rebaja la certeza de que estamos ante un producto USA. De ahí que lo mejor de Searching for Sugar Man estribe en la alta precisión del discurso; en la innegable inteligencia con la que se aportan las piezas del puzzle y en la astucia de inventar un mito: el del descubrimiento de un autor grande ninguneado por su tiempo y al que el presente debe redimir. 
A Rodríguez se le compara con Dylan, se le supone más pegada que los Stones y se le dibujan mil recovecos ocultos.  Bendjelloul labra 86 minutos de preguntas y conduce al espectador como un Houdini del documental. Le regala una música apreciable y forja una leyenda que se hace  más grande cuanto más insiste en que estaba allí, a nuestro lado, sin que nadie se hubiera percatado. Demasiado raro para ser verdad y ¿dónde está el dinero?
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