El amor siempre llama dos veces

Título Original: SILVER LININGS PLAYBOOK Dirección:  David O. Russell  Guion: David O. Russell; basado en la novela de Matthew Quick Intérpretes: Bradley Cooper,  Jennifer Lawrence, Robert De Niro, Jacki Weaver, Chris Tucker y  Julia Stiles Nacionalidad:  España, Argentina y Francia. 2012     Duración: 122 minutos ESTRENO: Febrero 2013

La trayectoria de David O. Russell se inscribe entre dos actitudes que, a fuerza de combinarse, permiten entrever una curiosa personalidad empeñada en un humor desconcertante. Tal vez sea porque por sus venas corre sangre judía por parte de padre, y sangre italiana por parte de madre; el caso es que practica un humor bizarro, diseña personajes estrambóticos y riega el conjunto de sus incursiones en la comedia con un toque de irreverencia y un toque de progresismo. El lado bueno de las cosas, como sugiere su título en castellano, traducción libre de una frase hecha que invita a ver la parte positiva de la vida, edifica un relato de optimismo y amor. Aunque jóvenes, sus dos principales protagonistas han salido maltrechos de la existencia. Zarandeados por la tragedia y el desafecto, ambos tienen los nervios rotos, la cabeza desarreglada y un gesto de tristeza y patetismo.  
En realidad, Russell parece converger hacia ese territorio que se ha dado en llamar nueva comedia americana, en donde se dan cita obras de humor torrentiano junto a cintas singulares e incluso excéntricas. Sin llegar a ese extremo, El lado bueno de las cosas se apunta a cultivar un tipo de personajes especiales, vulnerables, tiernos e incluso orlados de una ternura desbrujulada.
Como comedia romántica con baile incluido y enredo argumental para agitar cierto suspense, respeta una regla de oro: que los personajes secundarios sostengan aquello que sus principales protagonistas no podrían hacer. En ese hacer, la presencia de Robert de Niro resulta providencial. Ya ni siquiera importa que el gran actor neoyorquino lleve años sin regalarnos una de aquellas impresionantes actuaciones de los años 70, 80 y 90. A su lado, todos parecen vibrar bien y probablemente, lo más apreciable de este filme menor aunque ahora aclamado en un territorio de evidente pobreza, sea ese equilibrio actoral. Con él, Bradley Cooper y Jennifer Lawrence se mueven con una seguridad desarmante. Esa es su mejor virtud, hacer de una historia ligera, un filme menor, un ejercicio si no de inteligencia sí de equilibrio y adecuación. Buenas divisas para sostener una moraleja sobre la conveniencia de saber superar un mal pasado para labrarse un futuro esperanzador.
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