El pecado original


Título Original: BAZTÁN Dirección: Iñaki Elizalde Guion: Iñaki Elizalde y Michel Gaztambide Intérpretes:  Carmelo Gómez, Unax Ugalde, Kandido Uranga, Joseba Apaolaza, Txema Blasco, Ramón Agirre, Ione Lizartza, Mirentxu Goienetxe   Nacionalidad:  España, 2012  Duración: 98 minutos ESTRENO: Octubre 2012


Atendiendo a la naturaleza del guión, el de Baztán pertenecería a la categoría de los que nacen con un pecado original prendido en el fondo de sus entrañas.  En el comienzo, Baztán fue un deseo, una reivindicación, un acto de divulgación empeñado en mostrar al mundo la existencia de los agotes. Primero fue un guión breve, material para un cortometraje que ilustraba el proceso seguido contra una familia de agotes que, por la noche y a escondidas, habían procedido a bautizar a su hijo recién nacido quebrantando una ley que les condenaba a sufrir un doloroso apartheid. El tema de los agotes, localizado en los valles navarros de Baztán y Roncal y con ecos en zonas de Francia y Aragón, responde a la imperiosa necesidad humana de maltratar al prójimo. Los agotes eran como los parias hindús; los judíos en Europa y los afroamericanos en las orillas del Mississippi. Gentes de tercera condenados por un linaje de culpa inmemorial y de consecuencias crueles. 
Impulsada la película por el entusiasmo de algunos baztaneses, empeñados en reivindicar la existencia de los agotes, la idea de aquel cortometraje ambientado en la España imperial de santos oficios y duras torturas cayó en manos de Iñaki Elizalde quien a partir de una anécdota, apenas una ilustración de época, ha generado una sorprendente reflexión sobre el tiempo y la permanencia. El recuerdo del rodaje de Vacas de Julio Medem en ese mismo escenario y el concurso de algunos de los actores que allí participaron pergeñan una suerte de trenzado de tiempos enfrentados. Coescrito junto a Michel Gaztambide, Baztán establece un juego de paradojas asimétricas. Comienza y acaba en el mismo río, pura metonimia del curso de la existencia, en cuyas heraclitianas aguas se percibe la inmutabilidad de la vida ajena a ese proceso humano (re)conocido como Historia.
Elizalde, inspirado constructor de imágenes, algunas de inquietante y sugerente belleza, aporta un puñado de sólidas ideas aplastadas por ese empeño didáctico que encima no consigue su objetivo:  explicar qué y quiénes son los agotes. Tampoco la idea originaria, con sabor a época y peluca, ayuda a lo que sin duda merece para Elizalde otra oportunidad. La de hacer un cine libre de mancha.
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