Amor, lujo y risas

Título Original: UN BONHEUR N´ARRIVE JAMAIS SEUL Dirección: James Huth  Guion: Sonja Shillito y James Huth  Intérpretes:  Sophie Marceau, Gad Elmaleh, Maurice Barthélemy, François Berléand, Michaël Abiteboul, Julie-Anne Roth, Macha Méril y François Vincentelli  Nacionalidad: Francia. 2012    Duración:  110 minutos ESTRENO: Agosto 2012

Romántica hasta empalagar, esta comedia francesa que nos sirve para reencontrarnos con Sophie Marceau, se desliza por el tobogán de la risa y se araña con los repechos del sentimentalismo. El humor fluye del gag visual y se mancha las manos con secuencias de crueldad subterránea. La palabra, el romance, se inscribe en el territorio de lo convencional y solo la contagiosa frescura aportada por la interpretación de sus protagonistas, niños incluidos, consigue no arruinar lo que en algunos instantes acierta a arrancar abiertas carcajadas.  El picante lo pone  la vieja herencia del slapstick, o sea, el golpe, la caída, el humor de los primitivos con Chaplin y Keaton a la cabeza. El enredo se fija en Spencer Tracy y Katherine Hepburn, un modelo que devora a todo aquel que lo imita.
James Huth, coguionista y director, autor de una filmografía irrelevante en la que se encuentran títulos como Lucky Luke (2009) se enfrenta a esta comedia con parecida actitud de homenaje cinematográfico a la que subyacía en el filme protagonizado por Woody Allen, aunque dirigido por Herbert Ross, Sueños de un seductor (1972). O sea, su película referencia al cine, desgrana historias en las que se balancean relatos enraizados en nuestra memoria y decora las paredes con imaginería cinéfila. Diríamos que podría ser una especie de José Luis Garci a la francesa que invoca a Casablanca y que añora el cine de Frank Capra.
Con esos modelos de partida y con el roce que se produce entre Marceau y Elmaleh, el filme arranca con mucho brío en su primera mitad y con mucho azúcar en su desenlace. Huth, al estilo del cine de Hollywood clásico al que imita, no descuida los detalles. Retrata a los protagonistas sin descuidar el contexto, el paisaje de fondo. Y éste se llena de apartamentos de lujo, de jaulas doradas y de arte moderno. Por si no hubiera suficiente glamour, también echa mano de la música y como Elmaleh posee swing, obtiene algunas secuencias llenas de poderosa energía rítmica. Sin embargo, la mezcla no logra fusionar sus diferentes naturalezas y la historia de un soltero de oro que cae en las manos de una mujer adinerada, divorciada dos veces y con tres hijos a sus espaldas, se queda en suave divertimento, en comedia de promesas incumplidas.
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