El consuelo de las damas
Título Original: HYSTERIA Dirección : Tanya Wexler  Guión: Jonah Lisa Dyer y Stephen Dyer  Intérpretes: Maggie Gyllenhaal, Hugh Dancy, Rupert Everett, Jonathan Pryce, Felicity Jones, Gemma Jones, Sheridan Smith  y  Ashley Jensen   Nacionalidad:  Gran Bretaña.  2011 Duración: 103 minutos ESTRENO: Junio 2012
El cine británico es quizá el único en el mundo capaz de abundar en lo escatológico sin perder la compostura. Cuestión de flema a la que muchos denominan “humor inglés”.  En Hysteria asistimos a una buena prueba de ello. Repensemos su comienzo. Un caballero elegante, ataviado con unas polainas blancas, antes de penetrar en lo que pronto sabremos es un hospital, pisa una boñiga de caballo. Mientras tanto, en el recinto sanitario vemos los esfuerzos de un joven médico obsesionado por introducir el concepto de higiene necesaria para combatir la enfermedad. No sólo no puede hacerse comprender, sino que será echado del trabajo tras una discursión con el director del centro, quien en medio de una planta de infecciosos, pasea su bota emponzoñada con los gérmenes de la falta de limpieza. Se cierra el círculo de su arranque y con él comienza la película.
Lo que viene a continuación es una radiografía social sobre el invento del vibrador, sobre el origen de un masajeador eléctrico que, según detalla la película de Tanya Wexler, ayudó a dinamitar ese cajón de sastre que, bajo el diagnóstico de histeria, condenaba a duras pruebas a la mitad de la población, a la población femenina.
El invento del aparato que tanto placer procura no cabe duda de que constituye el masaje de la película. El mensaje sin embargo, es otra cosa, porque Wexler, con el guión de la pareja Dyer, aspira a desenmascarar la hipocresía de la sociedad decimonónica. Un status quo de tradición en el que los prejuicios de clase y la ignorancia causaban más muertos que las guerras imperiales. Al mismo tiempo, Hysteria reivindica la imagen de la mujer en un entorno que guarda muchas similitudes con el universo de Sherlock Holmes. Así, sin grandes pretensiones pero con alta eficacia, Tanya nos ilustra cómo la mano de un buen médico, magullada por tanta manipulación de clítoris femeninos como terapia para contener la histeria, descubre los benefactores efectos del vibrador. Y a eso se dedica el filme, a hacer una encendida apología del consolador femenino; a dar un pescozón a la falta de vigor masculino y a concebir una frugal comedia british que levanta sonrisas sin echar mano a resacones y excesos de adolescente en viaje fin de carrera.
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