Binoche, solo Binoche
 Título Original: ELLES Dirección:  Malgorzata Szumowska  Guión: Tine Byrckel y Malgoska Szumowska  Intérpretes: Juliette Binoche, Anaïs Demoustier, Joanna Kulig, Louis-Do de Lencquesaing, François Civil Nacionalidad: Francia, Polonia y Alemania. 2011   Duración:  102 minutos ESTRENO: Junio 2012
Escoger a Juliette Binoche para Ellas es invocar el nombre de Kieslowski y Haneke, de Kiarostami y Godard. O sea, es posicionarse en el terreno de un cine impregnado por miradas extremas y hollado por autores con voz propia y estilo definido que han levantado los más bellos e intensos textos cinematográficos de nuestro tiempo. Para todos ellos, Binoche, cuya ausencia de artificio es tan notable como evidente resulta su tendencia al subrayado dramático, representa lo que en otro tiempo supuso la presencia de Catherine Deneuve: una declaración de intenciones. Hecha esa opción, es decir, convencida Binoche para ponerse al servicio de una cineasta polaca de corto recorrido, cabe preguntarse cómo se posiciona esa directora y qué es lo que le mueve a propiciar este ensayo en torno al sexo, la familia y el aburrimiento.
Decir que Ellas es una incursión en el mundo de la prostitución femenina es un peligroso reduccionismo. Su argumento parte de las pesquisas y encuestas que una escritora/periodista de Elle realiza sobre las razones, circunstancias y sensaciones que lleva a dos jóvenes universitarias a prostituir su cuerpo. La respuesta obvia es una: dinero. Los matices vienen luego:  poder, perversión, desequilibrio,… Malgoska Szumowska evidencia que ha visto buen cine y que no lo ha digerido. Al menos no hasta el punto de poder construir un universo autoral. Lo más decepcionante de Ellas reside en dos circunstancias. No saber qué es lo que realmente se ha propuesto su realizadora, y comprobar que  Szumowska muestra tan poco respeto por sus personajes que lleva a Binoche al borde del ridículo. Ver a su personaje, una periodista de clase acomodada, se lo dice una de sus entrevistadas, casada con un marido con un excelente trabajo y mejores ingresos, pelearse con el frigorífico como una ama de casa con todos los miembros en el paro, resulta gratuito. A veces Szumowska se comporta como si mirase al espejo retrovisor y, viendo en él la angustia existencial de la Isabelle Huppert de La pianista,  creyese que la ha adelantado, cuando es evidente que camina en dirección contraria. Aquí sobra la impostura y se impone la confusión. La confusión de descifrar si ellas y ellos son tan banales como aquí aparecen dibujados.
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