La identidad perdida

Título Original: MARTHA MARCY MAY MARLENE Dirección y guión:  Sean Durkin  Intérpretes:  Elizabeth Olsen, Christopher Abbott, Brady Corbet, Hugh Dancy, Maria Dizzia y  Julia Garner  Música:  Saundern Jurriaans y Danny Bensi Fotografía:  Jody Lee Lipes Nacionalidad:  EE.UU. 2011   Duración: 102 minutos ESTRENO: Mayo 2012

Martha Marcy May Marlene en cuanto propuesta fílmica se debe a su tiempo, esto es, su factura estética, su discurrir y su tratamiento resultan identificables, reconocibles y, por su precisión y calidad, emblemáticos de nuestro tiempo (de crisis). De ahí que el tercer filme de Sean Durkin haya recorrido festivales con la autoridad de quien sabe que en su interior hay cine con poderío, de ese que se impone a jurados y espectadores que no pueden menos que reconocer su extraña valía. Su espina dorsal sostiene un discurso sobre la identidad. Mejor aún, sobre su ausencia, sobre su pérdida en un mundo donde tal vez sea esa el rasgo que nos identifica. La desubicación, la desorientacion, la deriva hacia la nada. 
Todo comienza con una llamada, con una huida. Luego, lo que viene a continuación se llena de elipsis generadas para reforzar la tensión de la trama. Con silencios y lagunas este filme impone una bofetada de desasosiego, un malestar profundo ante el destierro permanente en el que se mueve su protagonista. Una milimétricamente perfilada Elizabeth Olser cuya interpretación alimenta una espiral en la que una y otra vez se da alas a la insatisfacción.
Sean Durkin, hábil convocador de imágenes que ahonda más allá de lo que literalmente representan, se echa a las espaldas el peso de una tradición narrativa de eso que se reconoce como indie y que tantas veces se imita sin profundidad alguna. No es el caso de este filme en el que se cruzan los primeras alientos de John Cassavetes con las últimas muecas de Gus van Sant. O sea, ese cordón umbilical que une y reune a los herederos de Faulkner, a los descendientes de esa generación sin edad que siempre se siente perdida.
Por eso, la que aquí se ha perdido, en medio de las angustias evocadoras del pasado que quebró la vida de Polansky, es una joven desposeída de su propio nombre. Una víctima en medio de un baile de iluminados, esos psicóticos profetas que aparecen en el mundo cuando éste se abisma. Como ahora.
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