Clones,  realidad y mentiras

Título Original: LA CONQUÊTE Dirección:  Xavier Durringer  Guion: Xavier Durringer y Patrick Rotman   Intérpretes:  Denis Podalydès, Florence Pernel, Bernard Le Coq, Michèle Moretti, Samuel Labarthe, Emmanuel Noblet y Hippolyte Girardot  Nacionalidad:  Francia. 2011 Duración: 109 minutos ESTRENO: Abril 2012

Ante una propuesta como ésta, más allá de la simpatía o antipatía que provoca el personaje biografíado, la pregunta inevitable  es ¿por qué? ¿Por qué no se ha echado mano al género documental? ¿Por qué no se ha escogido la vía directa, un acercamiento riguroso al protagonista para de sus gestos, de sus silencios y elocuencias tratar de extraer la verdad que en él habita?¿Qué sentido tiene disfrazar a una serie de actores para que imiten a personas cercanas cuya presencia transmitida diariamente por los medios de comunicación pondrá en evidencia que películas como De Nikolas a Sarkozy no son sino pura mascarada?
Hay una justificación pertinente: que lo que aquí se cultiva no sea sino la caricatura, el exceso, la representación bufa. Pero aunque en sus peores momentos y en sus peores personajes, el trabajo de Xavier Durringer se asemeje a los clones de Intereconomía, y en los mejores, a las imitaciones de José Mota; se percibe que la inspiración de este retrato apunta a trabajos cinematográficos de éxito como La dama de hierro y La reina.
En este retrato de Sarkozy -quien desde luego no es ni reina ni dama-, lo imperdonable reside en la incapacidad de su realizador para desvelar lo que ocupa el núcleo duro de su argumento: su esposa. La tesis que arma el guión rezuma obviedad: la ambición del pequeño Napoleón del siglo XXI le hizo ganar un trono a cambio de perder a su esposa. Eso es todo, pero ni siquiera eso es desvelado con luces suficientes y bases sólidas. Nada es creíble en este esbozo que se presenta como obra seria y que encierra menos hondura que los retratos en 10 minutos que se practican en Montmartre para turistas con mucho tiempo y sin ruta precisa.
Y es que Durringer, como retratista, se muestra  incapaz de traspasar el umbral de la farsa. Sus bosquejos de políticos como Chirac se anclan a una única broma. Esos repetidos pellizcos a la estatura de Sarkozy evidencian la anorexia intelectual de un guión sin garra. Hay más verdad y más gracia en una portada de El jueves que en todo este filme. Eso sin hablar de la infame visión que se transmite de la mujer. Ellas, comparsas o malas brujas, se diluyen entre las sombras de un biopic repleto de medias verdades. Es decir, lleno de mentiras.
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