La vida es un zoo lleno de animales
Título Original: WE BOUGHT A ZOO Dirección: Cameron Crowe Guión: Aline Brosh McKenna y Cameron Crowe; basado en las memorias de Benjamin Mee Intérpretes: Matt Damon, Scarlett Johansson, Elle Fanning, Thomas Haden Church y Patrick Fugit Nacionalidad: EE.UU. 2011 Duración: 124 minutos ESTRENO: Enero 2012

A la vista de sus interminables y lacrimógenos 124 minutos, habrá quien malévolamente cambie el título castellano de este filme, Un lugar para soñar por el de Un lugar para dormir. Bromas a parte, We bought a zoo representa el hundimiento definitivo de Cameron Crowe; un californiano de grandes ambiciones y cada vez menos rigor autor de Solteros, Jerry Maguire, Casi famosos, Vanilla Sky y Elizabethtown entre otros títulos de irregular valor. Cameron Crowe, guionista antes que director, y periodista del Rolling Stone antes que autor de historias de ficción, apareció como un narrador de pulso vibrante y mirada empapada de esa realidad periodística que desgrana la historia de los famosos. Naufragios como Vanilla Sky, adaptación terrible de la película de Amenábar, Abre los ojos, se sostenían en pie gracias al crédito de ese filme inclasificable titulado Jerry Maguire. Después de esta historia sobre un padre viudo con dos hijos pequeños que encuentra su redención al comprar un pequeño zoo familiar, le resultará difícil mantener un cierto crédito.
Y sin embargo, la factura de Un lugar para soñar es correcta, profesional. No obtiene oro de sus intérpretes pero estos son lo suficientemente capaces como para evitar que el filme se hunda del todo. Matt Damon y Scarlett Johansson sortean el encargo de convertirse en un sucedáneo de Rock Hudson y Doris Day. Cameron Crowe lo intenta por todos los medios. Usa y abusa del melodrama, de la emoción, del llanto y del dolor para acongojar al espectador al servicio de una “historia real” que, como se sabe, siempre falsean la realidad.
Su argumento, extraordinariamente peregrino, objeto de interés de un reportaje periodístico pero de ninguna consistencia para ilustrar un buen relato fílmico, deriva hacia el conflicto de relaciones generacionales en medio de un contexto laboral en el que los personajes se comportan como esbozos al servicio de una historia de superación. Qué hace aquí un director que entrevistaba a Bob Dylan, David Bowie, Neil Young, Eric Clapton o los Zeppelin hace años, además de contar ese chiste malo sobre el nombre de Dylan, salvo constatar que hay viejos rockeros que no envejecen nada bien. O como dice Agustín González Acilu, hay que ser riguroso porque el tiempo lo ablando todo.
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