Náufragos en un bosque en llamas
Titulo Original: THE GIRL WITH THE DRAGON TATTOO Dirección: David Fincher Guión: Steven Zaillian; basado en la obra de Stieg Larsson Intérpretes: Daniel Craig, Rooney Mara, Stellan Skarsgård, Christopher Plummer y Robin Wright Nacionalidad: EE.UU. 2011 Duración: 158 minutos ESTRENO: Enero 2012

Fincher abre su adaptación de Millennium con las brasas del conflicto. Allí muestra un regalo que nunca falta a su cita anual y con ello nombra el misterio. Se trata de un pequeño cuadro construido con flores secas que cada año, desde 1966, un poderoso empresario llamado Vanger recibe en su casa, una mansión en el corazón de la Suecia profunda. Su venida provoca un desgarro emocional: evoca la ausencia de su sobrina desaparecida en misteriosas circunstancias. Vanger se sabe débil por viejo. Sabe que se enfrenta a la última recta vital y decide poner en manos de un periodista que acaba de ser condenado por difamación, la esperanza de resolver quién, cada año, como la canción de Cecilia, le manda ese “ramito” emponzoñado. Vanger es el rostro amable de una familia asentada en el poder del imperio sueco, un hombre de negocios al frente de una poderosa nave cuyas bodegas encierran el horror del nazismo y los cimientos de la Europa que tanto supo de la perversión, el crimen y el odio.
El éxito del texto de Stieg Larsson se fundamenta en su capacidad de aunar elementos simbólicos esparcidos en un escenario arquetípico. David Fincher, un cineasta especialmente capacitado para adentrarse en los bosques de la esquizofrenia, la psicopatía y el remordimiento, lleva a su territorio la novela de Larsson. Es más, da la sensación de que Fincher, al bucear en Millennium , no hace sino reivindicar algo que parece evidente, que Larsson algo supo de Seven. Al menos, acudió a las mismas fuentes. Al peso de la culpa y a la Biblia como texto sagrado y pretexto ceremonial que puede transformar a quien se acerca a ella en ángel o demonio. Es indiscutible que Larsson, periodista hábil que proyectó en Millennium una suerte de pastiche nacido para gustar, puso en los pliegues de su novela algo semejante a un Reader’s Digest del ciudadano postmoderno del final del siglo XX. Una coda a un siglo que conoció la máxima expresión de la maldad y que ha visto transformarse los convencionales roles de genero.
Fincher ha cultivado especialmente esos modelos. De ahí que su mayor problema no resida en el interior de su texto, sino en la proximidad con el filme homólogo dirigido por Niels Arden Oplev y en la necesidad de ajustarse a la partitura original escrita por Larsson. Dificultad sobre dificultad para acabar por admitir lo que es obvio. Que Fincher, escoltado por el guionista Zaillian, construye un filme impactante, desolador, lleno de hendiduras y rasguños. Las mejores películas de Fincher (Zodiac, La Red Social, El club de la lucha,…) permiten entrever la Cosa de lo real que nos aguarda al final del relato. En su Millennium, el relato estaba forzado a cerrar el círculo de la venganza, pues esa era la motivación principal del personaje encarnado por Craig, y Fincher lo despacha a golpe de videoclip. A cambio ahonda con mucha más precisión la relación que sostiene Blomkvist con una Lisbeth Salander, más frágil y más psicótica que la creada por Oplev. Aquí Blomkvist, el periodista bautizado así en homenaje a la obra de Astrid Lindgren, autora de Pippi Calzaslargas y feminista de lucidez admirable, resulta más que abrumado por un entorno femenino. Rodeado de mujeres: su hija, Salander, su compañera de trabajo e incluso la llave del misterio, la desaparecida Harriet; ninguna parece destinada a colmar su soledad.
Esa amarga reflexión sobre la incapacidad de resolver la desorientación del hombre contemporáneo encadena los fílms de Fincher. De ahí que ahora disfrute con esta heroína furiosa a la que despide, como en los westerns clásicos, disolviéndola en las sombras del crepúsculo. Fincher pone a los pies de Astrid Lindgren el eslabón que une Calzaslargas con Salander. O sea, a una Pippi para mayores de 18.
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