El mal que nos habita
Título Original: MIENTRAS DUERMES Dirección: Jaume Balagueró Guión: Alberto Marini Intérpretes: Luis Tosar, Marta Etura, Alberto San Juan, Iris Almeida, Pep Tosar, Petra Martínez y Margarita Rosed Nacionalidad: España. 2011 Duración: 117 minutos ESTRENO: Octubre 2011

La “felicidad” es la primera palabra que convoca la voz en off del personaje central de Mientras duermes. Quien de ella habla y sabe que nada sabe, porque nada ha compartido, responde al nombre de César. Lo interpreta con gélida precisión Luis Tosar. Un Tosar que logra que César forme parte desde ya de la galería de los canallas más abominables del cine español. Del actor que lo representa solo se puede decir que no solo mejora su hacer en Celda 211, sino que se erige en el mejor intérprete español de la actualidad. Es el más versátil y el más singular. Un Tosar que se vació tanto y tan generosamente en decenas de cortometrajes al servicio de directores sin experiencia que, ahora, cuando le llaman cineastas con recursos, les paga con un despliegue de registros inagotable. Posee un abanico interpretativo tan generoso que es capaz con un simple gesto de pasar del hierro a la caricia, de la insania a la fragilidad casi, casi sin modificar la expresión de sus ojos.Pero regresemos a lo que en este filme se juega. Ya lo hemos dicho antes, la felicidad.
Jaume Balagueró (Los sin nombre, Frágiles, Darkness, OT: La película, [Rec] , [Rec] 2), deja a un lado los terrores fantásticos por los horrores cotidianos. O sea, cambia los miedos por las aversiones, lo sobrenatural por lo mediocremente cotidiano. En un ambiente marcadamente claustrofóbico, Balagueró maneja un bisturí envenenado. Desprovisto de la máscara del fantástico, el director catalán se lanza por el camino del thriller perverso transitado por mediocres psicópatas como los que moran en las obras de Patricia Highsmith.
Gentes oscuras con talento para hacer daño.Mientras duermes se ocupa de esas versiones próximas que se agazapan en los buenos días de vecinos cercanos, de gentes discretas que no levantan sospechas. Son asesinos que matan la alegría de vivir, crimen para el que la justicia humana no ha decretado pena ni castigo. Uno de esos criminales del buen humor y la satisfacción se convierte en el protagonista de este filme. Estamos ante una especie de Henry, retrato de un asesino porque es desde Henry, aquí desde César, desde donde se teje el relato de su abyección.
Aunque hay varios actos violentos, el principal reside en una violación continuada, en un maltrato de género consumado desde la total indefensión de la víctima. Mientras duermes da muy mal rollo, perturba e incomoda, pero resulta fascinante porque Balagueró la dirige con firmeza y talento. Lo primero abunda en un sereno equilibrio argumental, en una economía inteligente de movimientos y sobreentendidos y en un eficaz reparto de personajes e indicios que retratan el alma de su principal protagonista. Lo segundo, descansa en la ingeniosa administración del texto. Hay hasta tres quiebros importantes en la película. Tres recodos en los que, cuando parece que todo avanzará por el camino de la previsión, Balagueró cambia la perspectiva y reinventa la situación hasta trastocar el sentido.
A diferencia de otros cineastas que acaban simpatizando con sus villanos hasta redimirlos a golpe de conversión, Balagueró no se compadece de César, un sembrador de frustraciones. A César, Tosar le concede un regalo impagable: una interpretación ajustada, impecable y demoledora. A su lado, con él y para él, los demás, se ajustan y todo suena como una orquesta de recorrido largo y sensación inquietante. Con todos y por todos, Mientras duermes hace que por un instante, cuando nos lavemos los dientes, miremos con desconfianza el cepillo y confiemos más en quienes comparten la capacidad de (son)reir sin murmurar maldades con el colmillo retorcido.
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