Risas y sombras antiterroristas
Título Original: FOUR LIONS Dirección: Chris Morris Guión: Chris Morris, Jesse Armstrong y Sam Bain Intérpretes: Riz Ahmed , Arsher Ali, Nigel Lindsay, Kayvan Novak, Adeel Akhtar y Benedict Cumberbatch Nacionalidad: Reino Unido. 2011 Duración: 97 minutos ESTRENO: Octubre 2011

Hay un mínimo común denominador en las referencias críticas de Four Lions que invoca a la herencia de Monty Phyton y a la irreverencia de Sacha Baron Cohen, el corazón de Borat. Esa comparación del hacer de Chris Morris, director y coguionista de Four Lions, con ellos, no es gratuita ni casual. En ambos casos, esas influencias saben del formato televisivo, del gag, de la economía de medios y de la irreverencia con respecto a caricaturizar un presente cuyo rostro trágico se conjura con la risa, con la sal gruesa y con el disparate.
En Four Lions ese disparate atenta a la sinrazón del fundamentalismo musulmán; ese que tiene a Al-Qaeda como palabra de dios y a Bin Laden como su profeta. El fundamento que anima a Four Lions descansa en un viejo refrán: quien canta su mal espanta. Ese cantar consiste en hacer gruesa mofa del camino que lleva a algunas personas al terrorismo, al asesinato indiscriminado y a la autoinmolación, en nombre de un incierto paraíso sobre el que llueven locas promesas.Morris tiene en común con la leyenda Phyton y con el hacer de Sacha Baron, una destreza en el oficio del humor aprehendida a través de horas y horas de producción televisiva. Desvergonzado, políticamente incorrecto, insensato y valiente, Morris no muestra titubeos en su retrato de cinco terroristas descerebrados que deciden apostar por el camino de la bomba.
Se dice que cuando un pueblo es capaz de reirse de sus tragedias, llega la hora de la esperanza. Así pasó con el IRA, en algún modo así está pasando con ETA y ahora parece que le llega el turno a Al-Qaeda.
Al margen de indicios que auguran el final de un gran problema, nos enfrentamos a un filme que cultiva media docena de chistes eficaces y bastantes minutos de relleno, y que ha sido acogido con regocijo en algunos foros. Ciertamente consigue provocar sonrisas e incluso carcajadas en algún momento. Risas que inevitablemente dan paso a la penumbra del drama porque, al fin y al cabo, esos cinco disparatados asesinos que deciden inmolarse para que el mundo cambie devienen en una imagen patética sobre la (im)posibilidad del encuentro, el perdón y la concordia
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