Marineros sin brújulaTítulo Original: PIRATES OF CARIBBEAN: ON STRANGER TIDES Dirección: Rob Marshall Guión: Ted Elliott y Terry Rossio Intérpretes: Johnny Depp, Geoffrey Rush, Penélope Cruz, Ian McShane, Stephen Graham, Gemma Ward, Judi Dench, Richard Griffiths,Keith Richards y Óscar Jaenada Nacionalidad: EE.UU. 2011 Duración: 88 minutos ESTRENO: Mayo 2011
Con la marcha de Gore Verbinski de ese (re)aparecer de los filibusteros liderados por Jack Sparrow, solo se ha conseguido evidenciar lo evidente: no hay autoría alguna que sostenga lo que no precisa de (pre)texto fílmico ni de relato. Salvo su primer título, esta película que nació para dar merchandising a una atracción clásica de Disneylandia, se ha ido hundiendo poco a poco en la insustancialidad. Un hundimiento relativo porque conforme las nuevas entregas se hacían más anodinas, más crecían los beneficios, más salas ocupaban en su estreno y más minutos les dedicaban todas las cadenas de televisión hasta conseguir lo increíble. En la semana de su estreno español sólo se han atrevido a estrenarse a la vez que ella, el filme de Zhang Yimou y -sólo en las ciudades cinematográficamente grandes-, la última película del inasequible al desaliento Manoel de Oliveira.
Convertida en depredador de la cartelera, Piratas del Caribe devora la libertad de elección. No hay manera de evitarla y sin embargo, comienza a ser recomendable alejarse de ella. Dirigida por un oficial del nuevo cine musical, Rob Marshall, sorprende que su punto débil resida en su incapacidad para mantener un ritmo narrativo ameno. Aunque en descargo del director de Chicago se impone la evidencia de que no hay coreógrafo que pueda imprimir ritmo alguno a su primera media hora.
En ella, un preámbulo nos previene sobre los términos de la cuarta entrega, una carrera para llegar a la fuente de la vida eterna. La falta de pegada descansa en la ausencia de un cineasta con brío y con brújula. Sin eso, de nada sirve que los guionistas rieguen el libreto con saqueos indisimulados al cine, a la literatura y a cualquier manantial de símbolos e historias. Lejos del encanto de La mujer pirata de Tourneur, con una pálida reinterpretación de Jason y los Argonautas y con el descontrol total de SparrowDepp todo adquiere las proporciones del desequilibrio, de lo mal medido, de lo peor cosido. Y sin embargo, en ese constructo descomunal e inarmónico, laten algunas secuencias poderosas: unas sirenas inquietantes y el tesoro maltrecho de uno de los mejores suministradores de historias de la humanidad: el mar y sus abismos.
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