Un francés y un belga van…
Título Original: RIEN Á DECLARER Dirección y guión: Dany Boon Intérpretes: Dany Boon, Benoît Poelvoorde, Karin Viard, François Damiens, Julie Bernard, Bouli Lanners y Laurent Gamelon Nacionalidad: Francia y Bélgica. 2011 Duración: 105 minutos ESTRENO: Abril 2011

Nada que declarar podía haberse titulado “Casi nada que contar”. O, al menos, casi nada original, cómico o mínimamente ingenioso. Aunque millones de franceses y belgas podrían pensar lo contrario, a la vista del enorme éxito cosechado en esos dos países cuya ancestral rivalidad sirve de gancho a una colección de situaciones facilonas y personajes caricaturizados con brocha gorda y lápiz despuntado. Los caminos de la risa a veces resultan inexplicables y aquí son definitivamente grotescos. Lo que no se discute es que Nada que declarar probablemente nunca hubiera existido de no mediar el pelotazo que significó Bienvenidos al norte, película que transformó a Dany Boon, de actor cómico de notable predicamento en su país natal, en un director (re)conocido en medio mundo.
Aquí, como antes en Bienvenidos al norte, el punto de apoyo sobre el que hace palanca el cine de Boon se ancla en el territorio de los prejuicios. Boon explota la rivalidad entre belgas y galos para mezclar Romeo y Julieta con una colección de chistes de esos con los que los vecinos se ridiculizan unos a otros. Ambientada en 1993, cuando las fronteras de la vieja Europa cayeron para preludiar la antesala del euro, Boon se sirve de dos policías de aduanas. Francés uno, el que incorpora el propio director, y belga el otro, encarnado por el siempre histriónico aunque aquí más sobreactuado que nunca, Benoît Pelvoorde. Enemigos declarados, el personaje de Pelvoorde aparece como un cretino racista que ignora que su homólogo francés sostiene una relación amorosa con su propia hermana. La supresión de la aduana pone en marcha un plan de actuación conjunta entre ambas Policías y los dos personajes compartirán un mismo destino en medio de un enredo desplegado sin suspense ni emoción. Boon, que en Bienvenidos al norte mostró un cierto equilibrio y supo dotar de carisma y atractivo a su reparto coral, aquí opta por el subrayado escatológico y por una crueldad desmedida que encierra poco humor y escaso divertimento. Boon recupera los chistes acerca de los acentos peculiares y opta por el sopapo y el balazo. Lo primero se aplica mal y se pierde en el doblaje. Lo segundo, resulta desmedido, cutre, torrentiano.

Please follow and like us:
Pin Share

Deja una respuesta